NADAL, DEMASIADO HUMANO

No sé si hacerle la ola o darle abrazos hasta que él diga basta. Me saco el sombrero ante Rafa Nadal. Un tipo sencillo, como usted, como yo… pero terriblemente humano. Y eso ya son palabras mayores. Hablar de Nadal impone. Y escucharlo, todavía más. Y es que Rafa vuelve a ser noticia. A sus 27 años demuestra una y otra vez que tiene la cabeza muy bien amueblada. Siempre encuentra las palabras adecuadas para justificar el éxito o el fracaso. Su ejemplo es incuestionable y sus méritos van más allá de lo humano. Ha recuperado el trono que nunca debió perder. Por méritos. Por su fortaleza mental. Por cabezonería. Por su sencillez. Por su discreción. Por su compromiso con el deporte. Por su ejemplar actitud dentro y fuera de la pista. Porque es idolatrado por sus compatriotas. Porque a los que nos gusta el deporte seguimos sacando pecho gracias a él. Porque es un deportista que no tiene enemigos. Porque en el tenis siempre estás solo, para lo bueno y para lo malo. Y porque este chico se lo merece. Es un tipo que cae de cine. Y yo también me apunto a esa admiración.
El tenista español, siempre vigilado y bien aconsejado por su tío Toni, no conoce límites. Nunca se da por vencido, provocando una sensación de impotencia en sus rivales porque cada minuto de partido parece que su imbatibilidad se refuerza. No se rinde, porque no es ni será nunca una de sus opciones. Recuperar el número uno de la ATP demuestra que estamos ante el mejor deportista español de todos los tiempos. Por muy bien que lo hagan los demás, no lograrán hacer sombra al rey de la tierra batida. Y al ritmo que va, invita a pensar que seguirá creciendo hasta crear una leyenda en nuestro país. Un país que vive tiempos complicados y convulsos, donde la corrupción lo acapara todo.
Nadal es un ganador nato. Un hombre récord. Su hegemonía en París, su torneo fetiche, es indiscutible. Aunque a los gabachos les moleste. Y cada vez más. Quienes lo cuidan y miman en su tierra mallorquina pueden estar orgullosos, porque han creado un tenista sencillo y humilde, que no olvida sus orígenes y que sirve de ejemplo y referencia a los niños de todo el mundo por los valores que transmite: todos quieren ser Nadal. Como quería mi nieto. Pero esa es otra historia.

NADAL, DEMASIADO HUMANO

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