Mentiras piadosas

Lo ocurrido hace unos días en tierras toledanas, donde tres niñas menores de edad perdían la vida en la carretera al ser atropelladas por un turismo no me sale de la cabeza. Al conocer la noticia, como padre y también como abuelo, la pregunta resultaba lógica: ¿Pero qué hacían esas niñas de 12, 15 y 16 años a las siete y media de la mañana, a 10 kilómetros de casa, andando por una carretera? Mi primer pensamiento fue acordarme de mi nieto Adrián, a punto de cumplir 12 años, con su ingenuidad, su sensibilidad, su cariño, su inocencia... y con toda una vida por delante para disfrutar.
Lógicamente, me han pasado muchas cosas por la cabeza. Como, seguramente a usted, que como madre, padre o abuelo/a, hay situaciones y actos que no se llegan a comprender. Como estas muertes que resultan inexplicables. Una juventud (no toda afortunadamente) que desafía las reglas de forma permanente, con su inexperiencia, entendiendo que nunca pasa nada… hasta que pasa… y hasta que llegan esas mentiras que yo, si se me permite, califico de piadosas.
Ponerse en el lugar de esas madres y padres que han perdido a sus hijas es imposible. Resulta duro y angustioso. Tanto esfuerzo, tantos sacrificios, tantos cuidados, tanto cariño para que llegue una fatídica noche y todos sus sueños se desmoronen. Una tragedia con un denominador común: la confianza y la mentira piadosa. Es cierto que todos hicimos travesuras en nuestra adolescencia. Que también contamos a nuestros padres más de una bola cuando todavía andábamos de pantalón corto y apenas nos asomaba un pelo que demostrase nuestra virilidad y teníamos por delante todo un mundo por descubrir.
Afortunadamente, aquellas mentiras, insisto, siempre piadosas, acabaron en simples anécdotas que hoy recordamos con cierta nostalgia y atrevimiento. Lamentablemente, este no es el caso de Ana, Nerea y Michel. Su mundo se paró de forma trágica cuando venían de celebrar, según los jóvenes de la localidad de Fuensalida (Toledo), una fiesta de estudiantes en una discoteca de Torrijos (a diez kilómetros) y regresaban andando a casa… cuando sus padres pensaban que sus hijas estarían durmiendo en el domicilio de una de ellas.
Su juventud se quedó en esa carretera maldita, en ese perverso kilómetro donde la fatalidad quiso que un coche se cruzase en su camino y acabase con sus vidas. Otro joven que las acompañaba, de 17 años, sigue luchando por su vida y un quinto chavalito del grupo, salió ileso. Todo mi cariño y respeto para sus familias.

Mentiras piadosas

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