EL DISPARATE DE LA A-8

No me resulta fácil escoger un tema con el que satisfacer mi tan deseado regreso a estas páginas, especialmente los relacionados con asuntos deportivos y otros que me han causado una gratísima sorpresa y simpatía y que, en otra ocasión, abordaré. Pero mi cabeza, mi debilidad, mi sonrojo, mi vergüenza, una vez más, me lleva la autovía del Cantábrico (A-8) en el entorno de Mondoñedo y Abadín. A los numerosos cortes, que este trazado, que tanta desdicha y pánico, desgracia  y enfado está provocando entre todos aquellos que por diferentes motivos se ven obligados a pasar por esa zona un día sí y otro también, no dan crédito a que ese tramo se mantenga todavía en pie y pendiente de soluciones. 
Puedo entender que no es fácil. Que no es bonito, ni bueno y menos barato. Pero conforme avanzan los días y los meses, continuo sin comprender cómo se pudo llevar a cabo semejante obra cuando todos los indicios iniciales hacían prever que esa vía, esa maldita vía, en sus pruebas pertinentes antes de su inauguración oficial, las sospechas de que aquello no iba a ser viable, siempre estuvieron presentes. Lo peor llega ahora: cómo se arregla semejante desaguisado. Sí, hay propuestas. 
Fomento ya tiene sobre la mesa diferentes alternativas en busca de encontrar soluciones  en aras de disipar la densa niebla que, es igual que estemos en verano que en invierno, hace poco menos que imposible transitar por ese entorno que nos lleva a pasar entre Mondoñedo y Abadín. Fomento no quiere volver a meter la gamba y se lo toma con cierta prudencia ya que según informa, el plazo de un año para la consulta preliminar podría reducirse a seis meses. Viendo tanto desbarajuste, ya se sabe que las cosas de palacio van despacio y el tiempo acabará dando o quitando razones. Entre las posibles soluciones para zanjar esta chapuza, se habla de “lucecitas”, ventiladores, aspiradores, láser, ultrasonidos…  
Los que sí fuman en pipa son los paisanos de Mondoñedo (lo han manifestado públicamente), especialmente el gremio de hostelería, que ante tanto corte de la autovía y la obligación de  desviarse hacia la N-634 (que también tiene tela) ven como sus ingresos han superado en los últimos meses todas sus previsiones. No es para menos porque si uno va contabilizando los días de cierre en este impresionante desfiladero por las nubes en el alto de O Fiouco, resulta incomprensible que este tramo se haya cerrado entre los últimos días de agosto y lo que va de septiembre cerca de setenta horas. Todo un auténtico disparate.

EL DISPARATE DE LA A-8

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