LAS CHICAS SON GUERRERAS

No está el horno para bollos en el fútbol femenino nacional. Y es que “La Quinta de Vero Boquete” no aguanta más a un seleccionador nacional, que lleva en el cargo 27 años. Una locura. Aunque la culpa no la tiene Ignacio Quereda, a quien en los últimos días le han llovido críticas por todas partes. Sin embargo, en este rosario de dimes y diretes, de acusaciones falsas o ciertas, dejando al margen otro tipo de criterios deportivos, no me ha gustado la reacción de las españolas que acaban de actuar en el Mundial de Canadá, donde cayeron en la fase de grupos, y menos las que han aprovechado esta tormenta para subirse al carro con la idea de echar más leña al fuego.
Y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con lo manifestado por Vicente del Bosque sobre este tema. El señor marqués lo clavó. Las formas no fueron las más correctas en su afán de denunciar una situación anómala que ya tenía serios antecedentes con el mismo protagonista en el banquillo y que nunca se quiso afrontar. La sublevación de estas chicas, no sé si guerreras o hispanas, ha producido diversidad de opiniones. Vero Boquete, la única gallega del grupo, haciendo gala de su jerarquía, no lo ha dudado un momento. Su acusación, apoyada por sus compañeras, fue tajante. Es evidente que aquí no había “feeling” entre las chicas y el veterano seleccionador, de 63 años, al que se le acusa de utilizar métodos rudimentarios y poco profesionales, de cierta indiferencia hacia alguna de las componentes del grupo durante los entrenamientos, de querer controlarlo todo, de machista, de ser como un jefe que te desprecia… y un sinfín de perlas que colocan en el disparadero al técnico.
No sé cómo quedará este vendaval de acusaciones y reproches pero me gustaría decir que desatar la polémica cuando tienen que volver a casa, es de cobardes. Los problemas y las discrepancias hay que zanjarlas en caliente. Aquí las chicas no estuvieron afortunadas. Si todo es así como explican ellas, hay que llegar hasta el final, ser pesadas en sus reivindicaciones, insistir, no ceder, no dar ni un paso atrás y no parar hasta conseguir su objetivo. Es una situación que me recuerda a la natación sincronizada cuando, en 2012, quince nadadoras denunciaron las malas prácticas y el abuso psicológico al que, según ellas, las sometía la seleccionadora Anna Tarrés. La barcelonesa siempre dio la cara y nunca se arrugó. Queda por ver lo que hará Ignacio Quereda.

LAS CHICAS SON GUERRERAS

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