La A-8, autovía al infierno

Seguimos igual que siempre. Y lo peor, es que no se avistan soluciones a corto ni a largo plazo. Les hablo de la ya triste A-8, una autovía maldita que sigue produciendo vértigo a quienes, un día sí y otro también, tienen que pasar por ese desdichado tramo que discurre entre Abadín y Mondoñedo. En el recuerdo, aquella fatídica fecha del 26 de julio de 2014, cuando la mala planificación y la chapuza de quienes toman decisiones acabaron, lamentablemente, en tragedia.
Cada vez que se habla de esta autovía, nadie olvida la muerte de una mujer y los numerosos heridos que se produjeron en este funesto escenario que nunca debió de ver la luz. Las pesadillas, el miedo, la preocupación, el terror a pasar por esa zona siguen latentes en unos kilómetros desafiantes. Ese recorrido estuvo cerrado al tráfico, debido a la niebla, el pasado fin de semana y estos últimos días. También hay quien busca emociones.
Así, unos apasionados del balonmano que se atrevieron a viajar a Gijón para ver jugar al Barcelona de Xavi Pascual y disfrutar con las exquisiteces de Karabatic el pasado 6 de junio. Lo pasaron fatal. En la ida y en la vuelta. Bajar a Mondoñedo y regresar por ese mismo lugar de la N-634 fue una tortura. Exceso de curvas, tanta niebla o más que en las alturas de la autovía del infierno. La experiencia, una vez más, ha sido horrorosa y tan indescriptible como inenarrable. Esa carretera sigue igual que hace años. Ahí también son necesarias medidas para evitar más de un susto y sería aconsejable señalar esa sinuosa vía plagada de curvas que nunca se acaban con señales luminosas, balizas y los pertinentes paneles informativos. Esperemos que no ocurra lo de siempre. Que se produzcan accidentes mortales (que evidentemente, no se desean) para que luego se tomen medidas.
Y lo que son las cosas, de forma casual, el pasado martes también me encuentro con dos mujeres que, por la calle, hablan del espanto que han pasado por Mondoñedo. La curiosidad me invade y no me lo pienso dos veces. Hablo con ellas. Les pregunto si hablan de la A-8. “Pues claro”. Llegaban de Asturias y aún tenían el miedo en el cuerpo. No acaban de explicarse cómo han construido un puente “en las nubes”, cuentan. Su indignación era patente e inexplicable, repiten una y otra vez. “Y lo que es peor, si esto ocurre en junio, en invierno te acabarás jugando la vida”, insisten. Ha sido una inversión calamitosa e inútil que Ana Pastor debe solucionar. Y cuanto antes mejor.

La A-8, autovía al infierno

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