Va quedando menos

Afortunadamente, va quedando menos. El tiempo constitucional apremia y el jefe del Estado ha anunciado una tercera y última ronda de consultas. Si dentro de una semana  sigue sin haber candidato con los apoyos necesarios para ser investido presidente del Gobierno, habrá convocatoria de nuevas elecciones.  
Si así fuese, supongo que no tardando aflorará el correspondiente debate sobre quién habría sido el culpable de que cuatro meses después del 20 D estemos de nuevo en la casilla de salida. Al día de hoy existe –es cierto- una cierta tendencia a meter a los principales líderes políticos en un mismo saco y a responsabilizar a todos ellos de lo que se presentaría como un fracaso colectivo. 
Creo, sin embargo, que a estas alturas de la película los responsables tienen nombre y apellido y que no procede generalizar. O en todo caso, que no todos habrían de ser medidos por idéntico rasero.  Porque no parece lo mismo haber actuado con realismo y con la ineludible calculadora en mano que haberse empecinado en un imposible manifiesto.
Dicho más claro: no parece lo mismo haberse quedado a la expectativa, sin estorbar, por no contar con los votos suficientes ni tener perspectiva de ello ante el veto por otros impuesto, que haber estado durante un par de meses mareando la perdiz, buscando socios incompatibles, negociando a espaldas del propio partido y de pactos firmados con terceros, proponiendo reformas constitucionales sin tener ni abierta la más elemental calculadora,  y proclamando sin sonrojo alguno aquello del  “yo voy en serio”. En definitiva, que no puede ni debería equiparase  el comportamiento de Rajoy con el proceder de Pedro Sánchez. A quien tampoco termino de entender mucho es a Ciudadanos. Sus posiciones antes y después de las elecciones del 20 D han ido cambiando casi con los días. Luego terminó por firmar un pacto con el Partido Socialista que, de entrada, ha cegado toda posibilidad de que al mismo se sume el PP ante el categórico y más que sabido veto de Pedro Sánchez. Y sigue insistiendo en la defensa íntegra del pacto en cuestión cuando ha fracasado por dos veces en el primer debate de investidura.
Con la nueva convocatoria electoral encima,  muchos se preguntan  si los mismos partidos con los mismos candidatos y los mismos obstáculos lograrán el 26 J  una mayoría parlamentaria esencialmente distinta a la habida a finales de diciembre pasado. Las encuestas pronostican un aumento de la abstención por más de cinco puntos. Entraría dentro de una cierta lógica. El electorado está un poco harto de todo esto. Especular con quién se beneficiaría de la nueva situación, resulta ya mucho más problemático. Porque  habrá que partir de aquello de que a las urnas las carga el mismísimo diablo.

Va quedando menos

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