Propaganda gratuita

No le faltaba razón a  Carmen Posadas cuando en el periódico en que colabora ponía de relieve el otro día la enorme propaganda  gratuita que medios y sistema político vienen haciendo al independentismo catalán y a sus más notorios personajes.
La conocida escritora española de origen uruguayo comprendía que los secesionistas, que tanto éxito han tenido hasta ahora retorciendo la realidad, perseveren en hacerlo. Pero lo que no entendía en absoluto era “la actitud del resto, de los políticos obviamente, pero también de tantos medios de comunicación, esos que en vez de descartar con el desdén que merecen sus manipulaciones y mentiras rampantes, se hacen eco de ellas y abren telediarios con sus jeremiadas, dan voz a su victimismo, a sus infinitos lamentos y bravatas”.
Por no ir muy lejos, la información realmente novedosa y noticiosa que el fin de semana último produjo el aniversario de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils bien debería, a mi juicio, haber dado para un par de párrafos como mucho; uno para los insípidos actos oficiales y otro para el mitin a las puertas de la cárcel  de Lledoners en homenaje a los secesionistas presos y al ineficaz exmayor Trapero.
Sin embargo, uno y otro evento acapararon no pocas páginas y emisiones, excesivas y repetitivas, en buena parte de las cuales el foco estuvo puesto en los dichos y gestos del presidente catalán, Quim Torra. Es decir, que todo aquello devino mediáticamente en un enorme acto de propaganda gratuita para el secesionismo.
Luego llegó el consiguiente revuelo político, con declaraciones, réplicas y solicitudes de medidas, que lo que hacen es liar más la madeja y dar más visibilidad al independentismo. Y mientras tanto, Pedro Sánchez y su Gobierno asentando con su dialogueo la osadía de los golpistas. 
Porque como escribía también Carmen Posadas, esta es la táctica de Torra y compañía: abordar transgresiones cada vez más sonadas. Transgresiones que individualmente no parecen justificar una intervención drástica por parte del Gobierno  central, pero que cuando uno quiere darse cuenta, ya no hay manera de recuperar el terreno perdido.
A modo de paréntesis final, permítaseme una práctica que no suele estar bien vista: la autocita. Y es que si la semana pasada en estas mismas páginas ponía de relieve la impericia profesional de la policía regional catalana, al día siguiente otro suceso lo evidenciaba de nuevo. Me refiero a la contundente actuación de una mossa d´esquadra (así la ha llamado la prensa regional) en el asalto de un argelino con nacionalidad española a la comisaría de Cornellá. 
Nada de reducir al agresor de forma menos terminante, detenerlo y llevarlo ante el juez. Abatido a tiros. O muerto a tiros, como casi nadie se ha atrevido a decir. Al igual que en los atentados yahadistas del 17-A del año pasado, se ve que mossos y mossas son de gatillo fácil y disparo rápido.

 

 

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