PACTOS A CUALQUIER PRECIO

“Hoy es un día hermoso”, proclamaba eufórico la pasada semana el carismático líder de Die Linke (La Izquierda), Gregor Gysi, minutos después de que su partido se hiciera con el poder en el land o Estado federado de Turingia. Un día hermoso para ellos y un día histórico para el país, pues era la primera vez que una formación heredera de los comunistas que dirigieron con mano de hierro la República Democrática de Alemania llegaba a la presidencia de un gobierno regional. Amén de ser la primera fuerza de oposición en el Parlamento federal, Die Linke ya cogobierna en Brandeburgo, pero como socio minoritario. A partir de ahora lo hará en Turingia como cabeza de cartel. Terminan así 24 años de gestión de la CDU en aquel territorio.
No es que el partido de Merkel hubiera perdido las elecciones de septiembre, sino todo lo contrario. En realidad, con el 33,5% de las papeletas emitidas en las urnas fue la formación más votada; cinco puntos por encima de Die Linke y veinte puntos largos sobre los socialdemócratas del SPD. Lo que ha sucedido es algo a lo que aquí estamos más que acostumbrados: un pacto postelectoral con socialdemócratas y Verdes les ha dado la gobernación de uno de los lands de la antigua Alemania del Este  y, por tanto, de una de las áreas con niveles de riqueza más bajos.  Por un solo voto parlamentario y en segunda vuelta.
El pacto resultó más que controvertido, tanto en su gestación como en el propio alumbramiento, a la vista de las biografías políticas de los militantes de Die Linke, de infeliz memoria. Se ha recordado, por ejemplo, que en el partido siguen ideólogos de la dictadura comunista, oficiales que controlaban las fronteras y hasta altos cargos de la Stasi , dos de cuyos miembros han logrado escaño en el grupo parlamentario que apoya al gobierno. Por lo que se ve, ni a Verdes ni a socialistas les han importado en demasía tales antecedentes. De los primeros casi todo puede esperarse. Pero la participación del SPD en tal pacto ha irritado de manera especial en Berlín, pues no en vano el partido que lidera Sigmar Gabriel cogobierna con la CDU en la “Grosse Koalition” federal.
Valga finalmente una consideración de carácter doméstico. Hay quien pronostica que en el supuesto de una gran alianza postelectoral el PSOE optaría por la gran coalición con el PP antes que con Podemos. Siento disentir. Porque acabamos de ver de que a cierto socialismo le vale todo y en cualquier circunstancia. Aquí, allá y acullá.

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