MUY POCOS CUMPLEN

Como Bruselas no entiende de gobiernos en funciones y como, además, su mensaje es igualmente válido para los que puedan llegar, la Comisión Europea ha apremiado a España para que cumpla los compromisos de consolidación presupuestaria y reconduzca los números rojos de las cuentas autonómicas. El ministro De Guindos ha contestado diciendo que así se hará y que antes de finales de abril enviará a la capital comunitaria la actualización del programa de estabilidad y reformas para encauzar de forma especial  un déficit regional que va a ser –adelanta– “muy significativo”.
Según previsiones oficiales, las cuentas nacionales habrían cerrado 2015 con un déficit  del 4,5 por ciento del PIB, tres décimas por encima del pactado con los socios comunitarios. Y mal lo tienen para 2016, cuando habría que rebajarlo al 2,8 por ciento. Por su parte, las comunidades autónomas habrán terminado el año último con un déficit conjunto en torno al 2 por ciento, muy por encima del 0,7 comprometido con Hacienda. 
Y todo ello, a pesar de las numerosas medidas de gracia habilitadas por el departamento de Cristóbal Montoro a lo largo de la legislatura, tales como los planes de pagos a proveedores, objetivos de déficit a la carta, financiación a tipo cero y asunción de la deuda bancaria regional. El balance es más que significativo: de las diecisiete comunidades, catorce sobrepasaron el límite marcado. O si se prefiere, sólo  cuatro habrían cumplido. Entre ellas, Galicia.
Así se explica que la deuda regional conjunta creciese un 10,3 por ciento, hasta 261.000 millones largos de euros, equivalentes al 24,2 por ciento del PIB, algo más que el triple del resto de Administraciones y casi cuatro veces más que en 2007, a las puertas de la crisis, cuando apenas representaba el 5,7 por ciento del producto interior bruto.  
La deuda autonómica constituye, pues, un nuevo récord histórico y un insostenible débito que resulta especialmente llamativo en los casos de Valencia (con un pasivo que en relación a su riqueza se ha duplicado durante los últimos cuatro años hasta llegar al 41,3 por ciento), Castiila-La Mancha y la campeona en términos absolutos, que es Cataluña. En este capítulo Galicia volvió a ofrecer buenos números: fue la segunda comunidad, detrás de Navarra, donde en relación con 2014 el incremento de la deuda  fue menor. 
Así las cosas, poner en orden las finanzas regionales habrá de ser una de las primeras tareas del próximo Gobierno, sea él el que sea. Las perspectivas, sin embargo, no son nada esperanzadoras. Porque las dos recomendaciones principales de Bruselas, cuales son profundizar en la reforma laboral y ajustar el gasto público para evitar nuevos endeudamientos, se alejan bastante incluso del acuerdo PSOE-Ciudadanos. Nada digamos si el Partido Socialista termina por aliarse con los populismos podemitas. 

MUY POCOS CUMPLEN

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