La mili de Macron

Fue uno de los más sonados y polémicos anuncios de Macron en la campaña electoral que en mayo último le llevó al palacio del Eliseo. En aquella ocasión se refirió a la implantación de un servicio militar. Después, por el revuelo armado, han ido decayendo las referencias castrenses y al final va a terminar denominándose servicio nacional universal.
Parecía una pretensión aparcada. Ni era una prioridad ni estaba claro cómo podía ser llevada a la práctica. Pero el presidente francés la ha refrescado estos días con ocasión del discurso de felicitación de año nuevo a las Fuerzas Armadas, pronunciado ante una audiencia de más de 1.500 militares.
Tal vez por aquello de la simplificación periodística se ha hablado de una vuelta del servicio militar. Pero la verdad es que el proyecto Macron nada tiene que ver con el servicio militar suprimido en el país vecino hace más de veinte años, siendo presidente el conservador Jacques Chirac y primer ministro el socialista Lionel Jospin.
Ahora se trataría de un servicio cívico militar para jóvenes, concebido con varios objetivos más allá de la enseñanza de unas nociones militares muy elementales. Se pretende incrementar la conciencia ciudadana sobre la seguridad nacional y fomentar la cohesión social a través de una experiencia colectiva entre jóvenes de extracción muy diversa. Vendría a ser como una gran clase práctica de educación para la ciudadanía.
En concreto: un mes al año, tanto para varones como para mujeres: unos 600.000 jóvenes de 18 a 21 años, cada doce meses. Incluirá la objeción de conciencia, no se obligaría a nadie a manejar armas y habrá un fuerte componente de educación para la protección civil. En realidad, será organizado por varios Ministerios, no sólo el de Defensa, tendrá una financiación específica y no impactará –promete Macron- en la ley de programación militar 2019-2025, fecha esta última en que se pretende dedicar a Defensa un 2 por ciento del PIB nacional.
Con ello el presidente ha querido vencer las reticencias sobre el costo del mismo –estimado entre 2.000 y 3.000 millones de euros- y el lastre que supondría en unos Ejércitos que se autoconsideran infradotados. Un equipo de parlamentarios trabaja ya en el tema.
Aquí por estos nuestros lares hispanos el proyecto de Macron ha sido acogido con escaso interés. Lo castrense sigue levantando recelos, cuando no oposición manifiesta. Hasta Ciudadanos, cuyo patrón Rivera sorbe los vientos por el presidente francés, su supuesta referencia internacional, marcó enseguida distancias, no fuese que les pudieran tildar de militaristas.
Hay quien mantiene, sin embargo, que en estos tiempos en que la amenaza yihadista y el sigiloso terrorismo de vecindario constituyen un peligro permanente y novedoso, no estaría de más darle a la ciudadanía algunos criterios y procedimientos de autodefensa. Me da la impresión, no obstante, que esto por aquí no vende.

La mili de Macron

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