Falsas invocaciones al consenso

Aunque en boca de todos menudean las invocaciones al consenso, parece claro que abrir un proceso parlamentario con la presentación de once enmiendas a la totalidad que postulan la devolución del texto al Gobierno supone la más clara demostración de no querer dialogar sobre el asunto en cuestión. Y la prueba a mayores de esa falta de voluntad es la no formulación de un texto alternativo.
Pero si, además, cuando se abre el tiempo para la introducción de enmiendas parciales, prácticamente todos ellos firman un documento por el que en la próxima legislatura se comprometen a paralizar de inmediato su aplicación y derogar la ley, habrá que concluir de nuevo que todas esas invocaciones al gran pacto suenan a hipócritas y falsas. Es lo que acaban de hacer casi todos los grupos de la oposición ante la ley orgánica de mejora de la calidad educativa (Lomce): ponerse de acuerdo no ya sobre el texto en debate, sino sobre cómo cargárselo dentro de un par de años.
Por lo que se ve, a esta oposición le encanta moverse sobre el alambre. En el caso Bárcenas, por ejemplo, anda trajinando cómo montar una moción de censura sin tener votos, ni candidato ni programa. Y en este enconado debate de la reforma educativa no se le ocurre mejor cosa que encomendarse a un futurible: a la eventual mayoría que puedan tener de aquí a un tiempo.  
Se les llena también la boca con esa supuesta mayoría social de la que ellos formarían parte. Una mayoría contraria a la reforma. No sé, con todo, si reparan en el hecho de que la Lomce puede llegar muy bien a ser  aprobada con más votos que la LOE socialista hoy en vigor y que tanto supuesto consenso habría suscitado.
Si ésta obtuvo en su momento 181 votos a favor, sólo con que dentro de unas semanas voten en su favor los 185 miembros del grupo popular, amén de los varios que llegarían del grupo mixto, la llamada “ley Wert” tendrá en el Congreso más apoyos que la actual.
Lo que sucede es que esta desnortada oposición nuestra recuenta y hace estadísticas según conveniencia. Unas veces, como en la presente ocasión, por grupos parlamentarios. Otras, por escaños. El caso es aparentar mayoría y pretender imponer sus tesis, aunque sea a costa de un cúmulo de prejuicios, escasa imaginación y ninguna alternativa.
Como en el debate de totalidad recordaba el ministro Wert, los resultados de nuestro sistema educativo no se corresponden con el esfuerzo económico y social desplegado de un tiempo a esta parte. Por tanto, lo que la oposición no puede pretender es que los resultados mejoren sin tocar el marco normativo que los ha generado.

Falsas invocaciones al consenso

Te puede interesar