Empieza la negociación

No creo que Mariano Rajoy esperara grandes frutos de su inicial ronda de contactos con los grupos de la oposición para la investidura y la formación de un Gobierno con una mínima estabilidad. Su pretensión no era sino sondear la voluntad de hablar y negociar por parte de éstos. Y así ha resultado: salvo que Ciudadanos se ha aclarado más y mejor que otras veces a la hora de decidir la posición del partido, poco o nada nuevo ha habido que no se diera por descontado.
El panorama de la gobernabilidad del país no sólo sigue sin despejarse de una manera clara, sino que acaso hoy por hoy está un poco más oscuro.
Porque hasta el legítimo candidato y presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ha echado una cierta leña al fuego de la incertidumbre al dejar entrever que si no consigue los apoyos necesarios para salir elegido, podría volver a declinar la propuesta del jefe del Estado para formar y encabezar el nuevo Ejecutivo. Y cuando así lo apunta, es que no las tiene todas consigo.
Algunos ya se han lanzado a afirmar que las terceras elecciones están más cerca que ayer. Yo no me atrevería a decir tanto. Porque los primeros contactos no han sido más que eso. Pero a partir de ahora es cuando se va a pasar –o se debe pasar- de las conversaciones a las negociaciones. En foros más discretos, eso sí.
Incluso el documento que Rajoy ha entregado a los partidos apenas va a servir para casi nada, porque se trata de un aluvión de consideraciones y propuestas muy genéricas, donde, por mucho que se quiera escarbar en ellas, apenas pueden encontrarse novedades reseñables.
En realidad, parece más un resumen (55 páginas) del programa electoral del Partido Popular en las elecciones de diciembre (223 páginas) que otra cosa. Algún maquillaje verbal, pero poco o nada más. Lo cierto es que, así, Mariano Rajoy todavía no ha descubierto en público sus verdaderas cartas.
Por todo ello es de pensar que la agenda que realmente se ponga sobre la mesa o mesas a constituir incluirá sólo las grandes cuestiones –no muchas- que más urgen, como los presupuestos generales, el techo de gasto y el contencioso con Bruselas por el déficit, dejando ya para los trabajos legislativos ordinarios la negociación de toda una serie de reformas.
De otra manera no será posible la pretensión de Mariano Rajoy de echar a andar la legislatura en la primera semana de agosto.
Con todo, la eventual negociación no va a ser fácil. Y no sólo por razones tácticas, sino porque los puntos de partida son enormemente distantes incluso en esas grandes cuestiones que constituirían lo que Rajoy llama “consensos básicos de la sociedad española”. Porque consenso –me temo– ni en eso hay tanto.

Empieza la negociación

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