La educación como ascensor social

Hace unos años, en el boom de la burbuja inmobiliaria, muchos de nuestros muchachos no continuaron los estudios para incorporarse al entonces atractivo mercado de trabajo. Llegó después la crisis y, ante la precariedad laboral, ya no fue tan frecuente el éxodo. No pocos, sin embargo, pasaron a engrosar el nutrido colectivo de los ni-ni; de los que ni estudian ni trabajan.
Lo cierto es que, entre unas cosas y otras, ha ido cundiendo la impresión de que la educación ya no es una herramienta tan efectiva para el progreso de las personas; que estudiar una carrera o sacarse un grado superior de FP no es garantía de nada.
Y es lo que ha propuesto rebatir el primer número del Observatorio social puesto en marcha por la Caixa catalana, con un dossier titulado “La educación como instrumento para la movilización social” y un estudio al respecto del catedrático de Sociología de la UNED, profesor Miguel Requena.
Apoyándose en datos de la encuesta de condiciones de vida, del Instituto Nacional de Estadística (INE), el autor pone de manifiesto cómo los títulos educativos siguen siendo una vía de mejora de la posición social, ya que aumentan las probabilidades de ascender a niveles más altos, merman las de descender en la escala social y reducen el riesgo de caer en el desempleo.
En concreto, el estudio revela que, entre quienes proceden de orígenes sociales bajos, los universitarios tienen catorce veces más probabilidades de acceder a las clases profesionales y directivas que quienes no completaron la educación secundaria. Los universitarios hijos de padres de clases intermedias, tres veces más, mientras que los universitarios de padres con ocupaciones profesionales y directivas tienen el doble de expectativas de mantenerse en su clase de origen que quienes sólo cuentan con estudios inferiores a secundaria.
Cabe, por tanto, concluir que la ventaja de que otorgan los títulos educativos es mayor cuanto más baja es la posición social de partida, por lo que el logro educativo es la vía más segura para eludir la desigualdad de oportunidades derivada del origen social. Así las cosas, el riesgo de descenso social de las clases trabajadoras está en relación inversa a la titulación académica obtenida.
Al tiempo, y tal como apunta la Encuesta de Población Activa (EPA), la educación también protege del desempleo. En este sentido, los datos señalan que a mayor nivel educativo menor probabilidad existe de caer en el paro, y viceversa. Y tal como destaca el estudio, esto funciona no sólo en periodos de crecimiento y bonanza económica, sino también en tiempos de recesión.
Según el autor del estudio, si el cambio ocupacional continúa generando puestos de trabajo de profesionales, directivos y técnicos superiores, está asegurado el futuro de la educación como palanca para el ascenso social.

La educación como ascensor social

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