Los buenos amigos

Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Un amigo fiel es protección poderosa. Ya lo dicen los libros bíblicos sapienciales, el refranero popular y hasta la vida misma. Y si no, que se lo pregunten a Íñigo Errejón, dirigente de Podemos y hombre de la máxima confianza de Pablo Iglesias, a quien un colega del partido le había facilitado una beca de investigación  promovida por la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía (Izquierda Unida) y la Universidad de Málaga y a la que no venía prestando, por lo que parece, la debida atención. Por ella cobraba 1.825 euros mensuales.   
Y es que el tiempo da para lo que da. No se puede ser dirigente político, activista a pie de calle, tertuliano televisivo asiduo y al mismo tiempo investigador de algo tan complejo como “La vivienda en Andalucía. Diagnóstico, análisis y propuestas para la desmercantilización de la vivienda”.
Aunque en su menor cuantía, el episodio no deja de ser una muestra más de la alegría con que se manejan los dineros públicos y de la falta de seguimiento de los mismos. De otra forma no pueden entenderse desfalcos como los de los ERE,  los cursos de formación, los negocios de teóricos institutos sin ánimo de lucro y de una riada de subvenciones varias.
Desfalcos sacados a la luz no tanto por la actuación de los órganos de control de las Administraciones públicas, como por denuncias de particulares con visos de despechos, de los que luego tiran del hilo la Policía y la administración de Justicia. (Sería bueno, pues, que Feijoo y la conselleira Mato no presumieran de lo que no deben).
Pero en fin:  ya tenemos a Podemos convertido en “casta”; es decir, en un partido como los convencionales: todo el poder para el líder, programa económico cambiante según el momento, indefinición en los asuntos nacionales comprometidos, sindicato en ciernes, control mediático y alguna corruptela –de momento– que otra.  
Habrá que reconocer, no obstante, que Podemos dispone de una ventaja sobre los demás: que en Pablo Iglesias tiene un líder, del que carecen las demás formaciones políticas en curso. No voy a decir aquello de que se trata de un grupito de universitarios radicales y prepotentes. Pero a mí, la verdad, sus puestas en escena me recuerdan las asambleas de Facultad de los turbulentos años sesenta. Mucho peso no se ve.

Los buenos amigos

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