El suspenso de la vuelta al cole

La “vuelta al cole” de la Marea está siendo cuando menos algo atropellada. Desde que Xulio Ferreiro regresó de sus vacaciones, el Gobierno local acumula una retahíla de despropósitos digna de estudio. Es evidente que en la convocatoria de septiembre también ha suspendido.
Los líos son de todos los tamaños. Frentes abiertos de diferentes calibres. Un catálogo abundante y heterogéneo de meteduras de pata que le caen desde los cuatro puntos cardinales, pero que confluyen en un mismo kilómetro cero: los coruñeses cada día lo tenemos más complicado para salir adelante.
De más a menos, o por orden cronológico, el triste producto no sufre alteración. Un día son las tarjetas Millennium. Otro, los socios del Deportivo buscando su sitio entre obras a medio hacer. Al siguiente, la inmovilidad disfrazada de carril bici. El bloqueo a la Intermodal. La desesperación de los cooperativistas del Ofimático. La peatonalización de la Ciudad Vieja. El servicio de ayuda domiciliaria. Los vecinos limpiando las pintadas que el Ayuntamiento no quiere ver. Los “okupas” incendiarios. El parque de San Pablo, precintado. Y los “pisitos”. ¡Ay, Xulio, los “pisitos”..!
Los problemas crecen, se multiplican e invaden todo lo que tocan Ferreiro y sus intrusos. Nos salpica a todos y en diversos aspectos. Miren sino el papelón de los padres en este arranque de temporada escolar. Sin entrar en las formas del proceso de admisión en las escuelas deportivas, con colas interminables en pleno siglo XXI, lo verdaderamente grave de este septiembre ha sido, una vez más, la inexplicable improvisación.
Tuvieron todo el verano y doce días de septiembre para tramitar las becas comedor, de las que dependen más de 1.600 escolares. No fueron capaces. Faltó previsión. Comenzó el curso y el primer plato fue una buena ración de incertidumbre. Hasta hubo padres que, dada la situación, prefirieron no mandar a sus hijos a comedor ante el riesgo de que al final la factura se les volviese en contra.
No es la primera vez que pasa. Una nueva ocasión para que Ferreiro haga lo único que le sale medianamente bien: rectificar. El viernes, a trompicones y fuera del orden del día, lograron meter el asunto en la Junta de Gobierno tras días recibiendo críticas de los padres y madres afectados. Las ANPA se hacen cruces y no ha faltado quien, harto de estar harto, ha presentado la correspondiente protesta. 
Pero no han pedido perdón. Las disculpas son municiones que escasean y las reservan para las grandes ocasiones. Para aquellas, precisamente, en las que una disculpa no es suficiente. Han estado tres años sin hacer nada. Ahora que quieren hacer que hacen, demuestran lo que muchos sospechábamos: no valen para esto. Pero ojo, hay cosas con las que no se juega. El bienestar de nuestros hijos es una de ellas. Y eso no se tiene sólo con folletos publicitarias, hay que dejar la improvisación, pisar tierra firme y gestionar.
 

El suspenso de la vuelta al cole

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