El clan de los abajofirmantes

Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Si encima ese amigo es alcalde, el tesoro trasciende de lo sentimental y se convierte en moneda de curso legal. 
Ferreiro es un hombre leal con los firmantes de su manifiesto. Curtido por el salitre de las mareas no se sonroja cuando tiene que repartir el botín.
En nombre de una falsa participación, que en realidad no es más que un trágala en el que los concursos, las convocatorias y bases son trajes a medida, la lista de amigos a los que la fortuna les ha sonreído de un tiempo a esta parte alcanza ya dimensiones cercanas al escándalo. No conocemos los proyectos, no conocemos los criterios de valoración, no nos conformamos con el maquillaje que va soltado con cuentagotas. Pedimos claridad.
Pedimos explicaciones. Por los 90.000 euros a Arquitectos sin Fronteras. Por los 33.000 al artista de la exposición de María Pita. Por los 15.000 al salvarranas de Alfonso Molina. Por el pelotazo de la antigua prisión. Por más de 100.000 euros tirados en el Co-Lab (otra agencia de Co-Locación). Por la carta blanca a los okupas de la Comandancia. ¿Lo ve, señor Ferreiro, como la cosa ya se le está yendo de las manos? Y no lo pedimos por nosotros, que desde el minuto cero sabíamos que este era el camino preconcebido. Lo pedimos por el común de los coruñeses, que tiene todo el derecho del mundo a saber por qué las promesas de trasparencia y participación se han transformado en este extraño y sectario montón de prebendas.
Es un fraude. No quizá ante un tribunal, eso se verá. No somos jueces, ni siquiera suplentes, para dirimir si los engranajes de este sistema y los de la legalidad encajan. Pero lo es con el filtro de la ética. No es de recibo que mientras la ciudad hace aguas en temas tan importantes como la limpieza, la seguridad ciudadana, el desempleo o la movilidad –pongamos como ejemplos– los coruñeses tengan encima que desayunarse cada mañana con un nuevo escándalo del clan de los “abajofirmantes”.
Una vez más, y las que hagan falta, señor Ferreiro, le pedimos en grado de exigencia que se ponga a trabajar por los coruñeses. Que escuche a los barrios y a los vecinos, y no solo a los que le ríen las gracias y le divierten con sus ocurrencias. Está usted, no lo olvide, a sueldo de todos –los que le votaron y los que no– para sacar adelante este proyecto coral que se llama A Coruña. Debería dedicarle diez minutos diarios a pensarlo antes de irse a la cama.
 

El clan de los abajofirmantes

Te puede interesar