¿Y si el alcalde nos da una sorpresa?

 A estas alturas ya a nadie se le escapa que el alcalde es más de decir que de hacer. Se recrea dando vueltas. Físicas y mentales. Cinco veces el viaje que Julio Verne imaginó para Phileas Fogg acumulan ya él y sus acólitos. Y en su mayoría son kilómetros malgastados en acudir a debates que son, paradójicamente, viajes a ninguna parte. Como él no acelera, la ciudad anda a frenazos, a trompicones. Cuando en el resto del mundo los alcaldes se significan por pedir y pedir, el nuestro es especialista contrastado en rechazar lo que otros ofrecen.
Ferreiro se enfrenta a una nueva ocasión de escalar puestos en la lista Forbes de la torpeza. Mucho nos tememos que el proyecto de remodelación de Alfonso Molina, que el Ministerio de Fomento ha dejado botando, se tropezará con vaya usted a saber qué impedimento que nos volverá a convertir en el hazmerreír de media Europa. Ojalá esta vez estemos equivocados y el alcalde nos sorprenda poniendo lo que hay que poner para agilizar las expropiaciones. Aun así llegaríamos tarde.
El ministerio ha cumplido su palabra. Vencido el primer semestre de 2017 ya conocemos el proyecto. Es un canto al sentido común. No hay sapos cruzando, ni cierres perimetrales hechos con somieres, ni colchones debajo de los puentes. Tenemos la oportunidad de que la ciudad tenga, de una vez, los accesos que se merece, con soluciones para las necesidades reales y perspectiva de futuro. Sentido común y paciencia. Mucha paciencia por parte de Fomento.
El Gobierno ha cumplido. Entregará el proyecto en plazo y con las modificaciones pactadas hace casi un año. Ahora es tiempo de caminar de la mano con el ministerio y de dejarse de poner zancadillas. Cada día que pase sin que el Ayuntamiento tienda su mano para las expropiaciones necesarias será un nuevo retraso acumulado en un proyecto que ya nunca será realidad antes de 2020. Y bienvenido sea si, después de tantos años de espera, de tantos retrasos, al fin llega para entonces.
Sería, insistimos, una sorpresa.  Sería, por inaudito que suene, la primera vez que el alcalde se baja de la burra y se pone a trabajar a favor de la ciudad. Al menos, sería la primera vez que lo hace por iniciativa propia, sin que sea a consecuencia de una rectificación. Sería lo nunca visto, el más difícil todavía, la cuadratura del círculo. Esperaremos sentados.
 

¿Y si el alcalde nos da una sorpresa?

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