“A este alcalde no le preocupa la gente mayor”

De entre las muchas virtudes de que adolece el Gobierno Local de Xulio Ferreiro, el hueco de la sensibilidad ocupa un lugar especialmente brillante por su ausencia, a veces estridente. No hay más que escuchar a los usuarios de la piscina municipal de Riazor para darse cuenta de que el verdadero problema es que al alcalde le preocupan muy poco los coruñeses que no comulgan con la minoría a la que representa. El alcalde no tiene ni tiempo ni ganas de esforzarse lo más mínimo por resolver sus problemas.
Lo de la piscina de Riazor es un ejemplo palmario. El pasado 9 de noviembre se cerró al público la instalación. Ni información, ni alternativa. Todo lo más, una promesa de que sería cuestión de un mes. Por supuesto, la previsión llevaba la marca de la casa. Ahora se acaban de enterar de que, en el mejor de los casos, el periodo de secano al que Ferreiro los condena será de tres meses largos.
Urgencia, diligencia, información, respeto… Son palabras que no pertenecen al vocabulario que maneja La Marea. Estamos hablando de una instalación a la que acuden cientos de coruñeses, muchos de ellos por prescripción terapéutica y a los que nadie se ha dirigido ni para pedir disculpas, ni para explicar qué sucede, ni mucho menos para ofrecer una alternativa. Por no dar la cara, otro de los hábitos de Xulio Ferreiro, se conformaron con publicar el cierre de la piscina en redes sociales y en medios de comunicación.
Una vez despachado el asunto, el alcalde y sus intrusos se entregaron con el ahínco habitual al arte de presumir de lo que ni tienen ni son: participativos, perceptivos con las necesidades de los ciudadanos y adalides de la xente do común. Lo que de verdad va resultando cada vez más común es la figura del coruñés mezcla de decepcionado y cabreado a partes iguales. “A este alcalde no le preocupa la gente mayor”. Son palabras de un afectado que deberían rebotar en bucle en su conciencia. Sentimos vergüenza ajena. Porque, para Ferreiro, la vergüenza siempre le es ajena.
Los usuarios de la piscina van apañados. Que recuerden, por si las dudas el episodio de los niños y niñas del campo de fútbol de Eirís. A finales de 2015 se quedaron a oscuras por un robo de cable. Un año después, y hartos de esperar una solución decidieron irse a entrenar a la plaza de María Pita. En este caso, a Xulio Ferreiro le salva del bochorno que en la plaza no se puede nadar y que los afectados en este caso no están para manifestarse en bañador.
Y de esta manera, pellizco a pellizco, el alcalde va sorteando todos los recodos que se encuentra en su camino, regateando su responsabilidad y escabulléndose entre cortinas de humo para tratar de desviar la atención. Pero, señor Ferreiro, la paciencia de los coruñeses tiene un límite. Y usted está a punto de rebasarlo. 

* Rosa Gallego es 
portavoz municipal del PP
 

“A este alcalde no le preocupa la gente mayor”

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