Torra es el pueblo y Jordi la masa

Es innegable que Quim Torra y Jordi Sánchez podrían componer un tándem excelente en la conducción de la quimera independentista, pero sus respectivos rangos pudieran hacerles chocar con resultados fatales para la consecución de dicha quimera, pues no son los que nos figurábamos, perfectamente compatibles y hasta complementarios para el trabajo de agitación y propaganda en el que con tanto ardor se emplean ambos, sino unos nuevos y autoadjudicados que se han dado a conocer recientemente, uno en el curso de un rifirrafe con los CDR, y el otro en la sesión del lunes del juicio que se sigue en el Supremo contra los cabecillas del procés.
Hasta hoy se creía que el rango de Torra era el de muy honorable presidente de la Generalitat de Cataluña, y el de Jordi Sánchez, el de presidente de la Asamblea Nacional Catalana, pero uno y otro ostentan representaciones muy distintas. Torra, tal vez no del todo satisfecho de su cargo institucional por asumirlo con carácter vicario, esto es, como hombre de paja de Puigdemont, desnudó sus pretensiones más íntimas ante un grupo de cedeerres que le increpaban por blandito: “Yo soy el pueblo”, les dijo, procurando incorporar a su habitual tono melifluo un poco de contundencia. ¡El pueblo! Nada menos que el pueblo. ¡Él! ¡Torra! Ese hombre que parecía, porque así se había presentado él mismo, tan poca cosa.
Pero hete aquí que, sin haberse disipado aún la conmoción producida por una revelación de ese fuste, un oficial de la Guardia Civil, uno de los agentes técnicamente secuestrados el 20-S por la turba en la Consejería de Economía y Hacienda, desveló en el tribunal ante el que testificaba por aquellos sucesos que Jordi Sánchez, uno de los dos Jordis que lideraban el tumulto, se presentó a él como “el interlocutor válido de la masa”. ¡Oh, Dios! ¡El Interlocutor de la masa! ¡Y válido, encima! Jordi le dijo más cosas al agente, todas ellas disparatadas, pero ésta de la masa fue un bombazo sin duda alguna.
Así las cosas, el pueblo de Cataluña no es, como equivocadamente creíamos, ese pueblo laborioso e instruido, aunque un punto trabucaire y soñador, que era el orgullo de una España algo rezagada en teatros y fábricas textiles, sino Quim Torra, en tanto que la masa no era esa cosa fanatizada, irracional y amorfa que suplantaba al pueblo en la calle, sino Jordi Sánchez. ¿Y cómo podrían entenderse dos tipos de esa envergadura que compiten y se solapan como dioses del olimpo? El pueblo y la masa. Casi nada.

 

Torra es el pueblo y Jordi la masa

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