Los ricos crecen

Y los pobres menguan. No en número, ciertamente, sino en todo lo demás. En España el número de ricos crece cada año de una manera brutal, tanto más brutal por cuanto se debe a que el número de pobres crece muchísimo más. O dicho de otro modo: para fabricar un rico se necesita la materia prima de cientos o miles de nuevos pobres.

Para que alguien sea rico, y esto no es ningún secreto, se necesita empobrecer a una porción de los demás. Puede hacerlo de muchas maneras, incluso si la fortuna le ha llegado por el albur, inocente en apariencia, de la Lotería: su premio se nutre del empobrecimiento, pequeño pero empobrecimiento, de la legión de jugadores desgraciados. Lo más común, sin embargo, es el nuevo rico que nace, espantosa epifanía, de cualquiera de las variantes de la sirla a lo grande o de la explotación. En el primer grupo tenemos a los grandes delincuentes de todo género y a los corruptos de pelotazo y tente tieso, y en el segundo, que al parecer es el que en el último año registró más natalicios, a la especulación de la vivienda, esto es, a los que a una familia con unos ingresos de 1.500 euros le cobran, en concepto de alquiler del techo bajo el que se guarece, 1.000.

Cada vez hay más ricos en España porque cada vez hay más pobres. Laminada la clase media por la precariedad laboral y el castigo al ahorro entre otras causas, los tradicionales componentes de ésta han ido cayendo a los lados. Unos pocos, muy pocos, del lado de los ricos, y la mayoría del de los pobres, ora de solemnidad, ora de pedir, ora de los que se matar a trabajar por sueldos literalmente de miseria, esto es, que le estabulan en la miseria. Se trata del más llamativo y trágico efecto de la revolución que los ricos desataron al socaire de la llamada crisis económica, una revolución que vino para quedarse y que establece la desigualdad como valor supremo del Sistema.

La noticia es que España es el décimo país del mundo con más ricos, y no que cada vez hay más pobres, que España ocupa un lugar cada vez más destacado en el mundo de las desigualdades. El rico es el paradigma, el modelo. El rico y su codicia y su evasión de los impuestos que permitirían a los pobres serlo un poco menos. A cada rico nuevo le ciñe la frente el laurel de otra batalla ganada por la injusticia. Eso no se menciona.

Los ricos crecen

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