La gigantesca fosa del valle

Los restos de cuatro españoles inmolados en la carnicería desatada por el golpe de Estado de julio del 36, que por su fracaso inicial en las grandes ciudades devino en una guerra de tres años que devastó la nación, principian a ser rescatados del valle de los Caídos, el monumento de granito que Franco edificó para perpetuar su victoria.
Pero todos los españoles, salvo los indignos de esa condición que se alzaron contra su pueblo con las armas que este les había confiado para su defensa, perdieron aquella guerra que sirvió de ensayo a las armas del Eje y de cuyas consecuencias no nos hemos recuperado enteramente. Todos los españoles perdieron, y España, a los mejores de sus hijos en aquellas horas de locura en que emergió el hampa. Tan es así que todos los españoles perdieron, que los cuatro cuyos restos han empezado a ser buscados en el pudridero de Cuelgamuros pertenecen a dos republicanos, y a dos caídos del campo rebelde.
Como se sabe, Franco ideó en principio la construcción del Valle de los Caídos, a poco de concluidas “las operaciones militares”, como un monumento de exaltación fascista cuyo mausoleo acogería solo a los muertos del bando mal llamado “nacional”, si bien la derrota de sus valedores nazi-fascistas en la II Guerra Mundial y la consiguiente necesidad de ponerse a bien, como “centinela de Occidente contra el comunismo”, con las democracias victoriosas, le obligó a alterar su plan inicial y a acoger también algunos miles de cadáveres de aquellos a los que, previamente, había arrebatado la vida. A la fuerza, sin consentimiento de las familias, se abrieron las fosas y las tumbas donde reposaban las víctimas de su victoria, y los huesos, amontonados en cajas, fueron trasladados en camiones al Valle de los Caídos y depositados allí sin orden ni concierto.
Hoy, al fin, la civilidad empieza a imponerse sobre la barbarie en lo tocante a esa mole franquista gracias a la sentencia de un juez, Delgado Seoane, que hace dos años sentenció a favor del derecho de las familias a sacar a sus deudos de esa trampa de piedra, y a los oficios de alguna autoridad eclesiástica que, en sintonía con el actual papado, ha invitado al prior a retirar el recurso que bloqueaba la ejecución de dicha sentencia. Se trata del derecho a una sepultura digna, la que se reclama para los miles y miles perdidos en las fosas, incluida la gigantesca del Valle de los Caídos.

La gigantesca fosa del valle

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