Casado, el antisistema

algo antisistema sí que parece Pablo Casado: su contumaz obstrucción, desobediencia más bien, al mandato constitucional de renovación de la cúpula judicial, su seguidismo de la extrema derecha ademocrática, su grosera utilización de la pandemia con fines sectarios, su designación de un personaje como Ayuso para enfrentar a la administración de Madrid contra el gobierno, su aprobación a que esa guerra tan estúpida y lesiva para madrileños y españoles la dirija en la sombra nada menos que Miguel Ángel Rodríguez, su dejación de la responsabilidad, en fín, de liderar una oposición conservadora civilizada, constructiva, razonable y con sentido de Estado, parece confirmar lo deslizado por Sánchez en la sesión de control del miércoles.
En el actual sindiós político se da la paradoja de que los debeladores del Sistema hasta hace nada, esos que se ciscaban en la Transición y en todo lo habido y por haber de los últimos cuarenta años, se han transformado, seguramente rendidos a los efluvios de la responsabilidad gubernamental, en sus más conspicuos defensores, en tanto que aquellos que se reputaron siempre de más constitucionalistas y de gente de orden se lanzan violentamente contra el fundamento del Sistema democrático, que no es otro que el de la convivencia cooperativa en aras del bien común y los intereses generales.
Diríase que estos funcionarios eventuales del Estado (los políticos) que pueblan hoy las bancadas de la oposición, se han apostado algo a ver quién dirige la burrada más detonante al Gobierno, y, particularmente, al presidente y al vicepresidente cuarto, a los que llaman de todo menos bonitos. Sabemos que cuando se cruzan en los pasillos o coinciden en el bar del Congreso se conducen como personas más o menos normales, sin faltarse, y que las performances de rabia e insultos las dejan para el hemiciclo, para que los españoles, que viven sumidos en el drama personal, social y laboral de la pandemia, las vean y las escuchen. Sólo por eso, por trasladar mal rollo, toxicidad, energumenismo y crispación al mundo extramuros del Congreso, ya merecerían la más severa reprensión, e incluso el despido.
El Gobierno, en tantas cosas, no lo está haciendo bien, pero quienes pretenden derribarlo porque sí, constituyéndose por ello en perfectos antisistemas, no contribuyen, sino antes al contrario, a que lo haga mejor. Rajoy lo explicaba muy bien a su manera: “Cuanto peor, mejor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”.  

Casado, el antisistema

Te puede interesar