Quisiera que en un día pasara un año

a reacción contra el asesinato de George Floyd se convirtió enseguida en un espectáculo antiterrorista descomunal y en el más duro conflicto social en Estados Unidos en el último medio siglo, después del asesinato de Martin Luther King. Por supuesto que los hechos tienen mucho que ver con la presencia del presidente Donald Trump al frente del gran país americano. Y todo en la atmósfera creada por las derivaciones horrendas del coronavirus. Es tremendo registrar el protagonismo segundo en América del presidente de Brasil, Bolsonaro. Ambos son lo peor de estos tiempos en aquel continente y en aquellos sucesos.
Dos tipos tan contradictorios de comportamiento, el gran asesinato y la gran revolución, puede decirse que protagonizan mucho este tiempo que estamos viviendo en los últimos tres meses. La reacción antiterrorista es la puesta en movimiento de un gran arcano de sentimientos nobilísimos que se desata en circunstancias como las vividas en estos meses y que se extiende por todo el planeta, también por Europa y España, como hemos visto. Estamos teniendo la ocasión de comparar dos formas de ser y de actuar totalmente enfrentadas y de raíz moral representativa de las dos grandes maneras de manifestarse el género humano. Esto nos dejará luego una huella imborrable.
Se me puede decir que me paso de la raya en el análisis de los grandes sucesos, cosa que no podremos comprobar fácilmente o que necesitaríamos el paso de otros cincuenta años para ello. Mejor entonces que apuremos la actualidad y que seamos capaces de sacar ahora las consecuencias. La primera sin duda nos conduce a reflexiones muy profundas que nos ayuden al trabajo de transformar el modo de pensamiento y de conductas de la humanidad y nos señalen los caminos para llevar a cabo las necesarias transformaciones.
Estos días parece que comienza el gran movimiento de retorno a la realidad de siempre, que aun no sabemos si eso será así o si lo de siempre no volverá. Es una de las grandes dudas y ya hemos tenido un tiempo de reflexión que nos ayude ahora que parece acercarse ese tiempo de cambio y de salida de la situación, cifrado por algunos en el tiempo que pase hasta el otoño más o menos. Pero estoy seguro al menos de una cosa: que lo de estos meses no se quedará en un sueño de bobos sino que ayudará a la llegada de tiempos de transformación para bien del género humano, aunque ese cambio no se produzca de manera inmediata.
Y otra cosa para terminar. Que necesitamos un movimiento interno de conciencia para que seamos capaces enseguida de pensar en otras cosas, de interesarnos por otros sucesos, de introducirnos en mundos nuevos o antiguos que nos lleven al redescubrimiento de la vida misma, a la que siempre debimos juzgar como la gran fuente de conocimientos, culturas y reflexiones. Quisiera que en un día pasara un año, para empezar muy pronto a sacar las primeras conclusiones del gran baño de pensamientos que todos o casi todos estamos esperando.

Quisiera que en un día pasara un año

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