2020 como jardín de las delicias

La clase política terminó el año 2019 reflexionando sobre los contenidos del mensaje navideño del rey Felipe VI. Está siendo una buena ocasión para repasar el estado actual del pensamiento del monarca, quien sin duda, como muchos ponen de relieve, ha rectificado sus errores de octubre de 2017 en torno a las consideraciones sobre el problema de Cataluña y asuntos relacionados. Esta tesitura sin duda favorece y mejora la imagen pública y política del monarca, que había resultado muy dañada en aquel octubre del 17, con Mariano Rajoy todavía en el Gobierno y unos meses antes de producirse la moción de censura que terminó con su mandato y que instaló a Pedro Sánchez en la presidencia en funciones. La figura y la gestión política y de Estado de don Felipe está cambiando en la consideración pública de muchos españoles de todos los colores políticos, sin que eso signifique, al menos de momento, que de pronto se haya convertido en una figura legendaria y llena de encanto que inspire la admiración general. No, pero es verdad que esa figura ha experimentado un cambio y sigue por esa vía, lo que exigirá que persevere y no se deje arrastrar por los acontecimientos, que pueden desordenar el panorama. Pienso que lo que sucede estos días es un hecho claramente favorable no solo para la figura de don Felipe sino para la posible solución de los problemas que nos atormentan.
Es muy difícil vaticinar sobre el inmediato futuro, pero es conveniente aprovechar la ocasión para que el viento cambie de dirección con respecto a lo que venía y viene todavía sucediendo, en relación sobre todo con el serio problema de la inserción de Cataluña. Una salida airosa nos puede ayudar de forma decisiva en la rectificación de los errores cometidos en ese terreno y proyectados sobre el resto de la realidad política española. Pero es necesario que todos pongamos algo o mucho de nuestra parte. Y que los diversos sectores de la acción y del pensamiento político se tomen el esfuerzo de acercar posiciones y evitar enfrentamientos que solamente conducen al caos y a la destrucción del paisaje.
Una acción de cierto protagonismo sin duda debe corresponder a los dos grandes partidos de la postransición, el PSOE y el PP, pues hay que suavizar el cierto desorden de los últimos cinco años, con la irrupción de partidos nuevos, algunos de los cuales, como Cs y VOX, lo único que han hecho es desordenar y complicar el panorama, mientras que Podemos en este momento representa un factor de equilibrio y estabilidad, por mucho que en un principio signicaba algo un poco contrario o distinto a eso. Lo que digo exige sin duda un esfuerzo por parte de todos en reordenar sus posiciones políticas y comportarse pensando en el bien del conjunto y nunca en las conveniencias partidistas.
Llegados a este punto, quiero resaltar la importancia del hecho de que el Rey ayude como el primero y más que nadie a dotar al país de un instrumento muy útil en la reordenación política del conjunto. Si don Felipe no va por ese camino, o se desvía, pues no habremos hecho nada ni servirá para nada. 
El rey tiene la comentada misión. Los demás están llamados a pensar sobre todo en el conjunto de España como Estado más o menos multiforme pero en todo caso flexible y adaptable a las necesidades de todos, sin unitarismos ni separatismos, ambas cosas inútiles y contraproducentes. Pues que el año 2020 sea la casa de todos y el jardín de las delicias del entendimiento real entre todos.

2020 como jardín de las delicias

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