Celebren ustedes

Pónganse guapos, sonrían al mirarse en el espejo y salgan a pasear del brazo de su pareja. Disfruten del momento. Del contacto, la piel, la intimidad en plena calle. Inventen una cena que les provoque un suspiro de satisfacción. Dense un capricho. Regálense un rato solo para ustedes. Mírense a los ojos y charlen, como hacían cuando la vida nos les llevaba corriendo de un lado a otro. Apriétense bajo la manta en el sofá, con una buena película y una copa de vino. Los teléfonos en un cajón hasta mañana. Hagan del salón su pista de baile, en el hueco entre el mueble de la tele y la mesa de centro.
Celebren ustedes. Que es viernes. Que están vivos; y juntos. Que falta un día menos para las próximas vacaciones. Que no han perdido el bus. Y si quieren, que es 14 de febrero y tienen una excusa. Parece que hacen falta para evitar la censura de los que se irritan con la alegría ajena. Esos que arrugan la nariz y tuercen el gesto ante la más mínima muestra de algo que no sea indignación permanente. La pose de descreídos de vuelta de todo que solo se emocionan con la emisión de alguna serie de culto que el común de los mortales jamás sabrá apreciar les reporta grandes satisfacciones: cada día atesoran aprobaciones en las redes sociales y sientan cátedra en las conversaciones de barra de bar. Están en la cima de ese prestigio colectivo medido en grados de ira. Son el Pepito Grillo del mal rollo. Aunque tengan parte de razón.
Sobran los motivos para perder las ganas de fiesta. El drama del desempleo, la más que probable corrupción de cuanto político nos rodea y los constantes recortes de derechos son las angustias de cabecera. Se habla de ellas más que de cualquier otra cosa. Se llevan el buen humor y nos cargan de una rabia que nos va comiendo por dentro. Es precisamente eso lo que tiene que impulsarles a querer buscar cada día un poco de felicidad. Que sean otros los que se hundan en la decepción.
Lo mismo da que sea una fecha marcada con corazones y rosas que un martes cualquiera sin más razón que el mero hecho de poder homenajear que siguen aquí. Ya habrá –por desgracia– ocasiones de abandonarse a la tristeza. Esas nunca faltan.
Celebren ustedes. No desaprovechen la oportunidad.

Celebren ustedes

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