AL FINAL DE ARCO IRIS

La violencia es algo que parece que nos persigue, casi como si estuviera grabada a fuego en el ADN del ser humano. Y lo hace con un amplio y variado espectro, aunque al final todo parece reducirse siempre a lo mismo. Odio hacia aquellos que no son como nosotros. Odio a los que rezan distinto. O a los que tienen un color de piel diferente. O a los que piensan de una manera contraria a la nuestra. Un odio que nace siempre de la ignorancia y el desconocimiento.
No tenemos más que echar un pequeño vistazo a los periódicos cada mañana para encontrar cientos de ejemplos de esta violencia que nos inunda y a la que a veces nos parece imposible poder escapar. Una violencia desalentadora como cuando vemos los vídeos del Estado Islámico ejecutando a sus prisioneros. O los atentados cometidos en Ucrania y que parecen decantar más la balanza hacia una guerra civil entre prorrusos y prooccidentales. Como es violento enterarnos de cómo Maduro en Venezuela arrestó al alcalde de Caracas por mostrar su oposición a su régimen. Aunque no es necesario que viajemos tan lejos para encontrar ejemplos de esa violencia que inunda de nuestra vida cotidiana casi sin darnos cuenta.
Como el pasado sábado cuando un sector de la afición del Betis avergonzó a todo el mundo del fútbol con unos cánticos en los que se insultaba a la exnovia de Rubén Castro, acusado de maltrato y sobre el que pesa una petición de dos años de cárcel. O ese vídeo de unos aficionados del Chelsea en su visita a París impidiendo la entrada al metro de un ciudadano negro, haciendo alarde de su racismo. Por eso me alegran campañas como la iniciada por la Felgtb y en colaboración con diversos clubes de España. La Liga Arco Iris se llama y con ella quieren dar un pequeño ejemplo en la lucha contra la homofobia. Entre los clubes que se adhirieron a esta campaña se encontraba, por ejemplo, el Deportivo. De este modo, los jugadores blanquiazules lucieron cordones de colores, a modo de arco iris para evitar insultos y mofas contra este colectivo, tan comunes por desgracia en nuestros estadios. Es un pequeño gesto, de acuerdo, pero cosas más grandes empezaron así. Y cualquier lucha contra la violencia debe ser siempre aplaudida.

AL FINAL DE ARCO IRIS

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