HAY QUE INTENTARLO

Está claro que si se quiere “matar” una polémica lo mejor que se puede hacer es dejar pasar el tiempo. Esta máxima tiene algunos matices. Desde luego, en política, lo mejor es crear una comisión de investigación que no es más que una excusa para que sus señorías cobren un extra por no llegar a ninguna conclusión.
Sin embargo, en lo referente a la inacción, algo de lo que Rajoy sabe mucho, otro maestro es Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol. A él hay que agradecerle que mientras el país clama contra la violencia que rodea al balompié, su máximo responsable opta por poner kilómetros de por medio y aprovechar una invitación de la FIFA para asistir (dietas de por medio) al Mundial de Clubes en Marruecos.
Y la reunión que debería fijar las bases para conseguir que los ultras salgan de una vez de las gradas queda aplazada sine die. Porque el problema radica en que parece que a la Federación no le interesa que la violencia verbal sea erradicada de los estadios. También es verdad que los demás implicados en esta cruzada (Liga y Gobierno) podrían haber actuado antes y no esperar a que unos descerebrados del Frente Atlético mataran a golpes a un Riazor Blues.
Es la diferencia que marca una muerte. Y, de repente, esos muchachos que se dejan el alma animando al equipo de sus amores se convierten en peligrosos delincuentes, la mayoría con antecedentes penales y en la bicha que hay que exterminar para que el espectáculo pueda continuar.
Es un ejercicio grave de hipocresía que ahora unos cuantos se rasguen las vestiduras cuando hace unos meses se fotografiaban con los criminales, los animaban y hasta los defendían.
Lo dicho, es una lástima que haya tenido que morir un hombre para que las cosas cambien, pero lo que sería imperdonable es que todos los implicados en eso que pasa por ser un deporte no aprovecharan la corriente favorable para llevar a buen destino su barco, que no debe ser otro que acabar con los violentos.
El fútbol se mueve por la pasión y la pasión es un sentimiento y, por lo tanto, es difícil cuantificarlo o contenerlo y más a base de leyes, pero lo que no tendría ningún tipo de justificación sería no intentarlo antes de que tengamos que lamentar otra muerte.

HAY QUE INTENTARLO

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