SOBRE LA CONCILIACIÓN LABORAL

Aestas alturas la gran mayoría de los padres gallegos son conscientes de que “concilación familiar” es una de esas expresiones que tanto le gustan a políticos y sindicalistas, pero que, como en la mayoría de los casos, sirven para bien poco.
Y son conscientes de esta realidad debido a la celebración del “Día do Ensino”, una fecha que aparece en rojo solo en los calendarios escolares y no en la de los progenitores, que tienen que lidiar con su trabajo y con la obligación de atender a sus hijos debido a que a alguien se le ocurrió que la víspera del festivo de Todos los Santos era la fecha propicia para recordar la importancia de la educación haciendo precisamente lo contrario, cerrando los centros escolares.
En medio del debate abierto por la polémica reforma de la educación española promovida por el ministro Wert resulta curioso que la polémica se centre en cuestiones como la obligatoriedad de la religión o la enseñanza de los idiomas vernáculos y se olviden de las larguísimas vacaciones de las que disfrutan los estudiantes.
Un vistazo por los calendarios escolares de esos países que siempre están por encima en el ránking que fija el informe Pisa y en el que España queda a la altura del betún, es suficiente para comprobar que los períodos no lectivos españoles son muchos más y mucho más largos que los de ellos.
Aseguramos que tenemos la generación mejor preparada de jóvenes y los condenamos, por ejemplo, a incorporarse con el curso ya iniciado si tienen la mala suerte de tener que examinarse en septiembre de las pruebas de selectividad.
Es de suponer que los examinadores están demasiado ocupados como para adelantar el calendario de las pruebas y permitir así que este grupo de estudiantes se incorpore a la universidad en igualdad de condiciones con sus compañeros.
Pero eso no le importa a sus señorías, enzarzados en la politización de la enseñanza en lugar de dar una solución a quienes todavía tienen la suerte de mantener su trabajo. A lo peor es que se piensan que con las cifras actuales de paro son ya mayoría las familias que no tienen ningún problema para cubrir esas lagunas del calendario.
Los que defienden la aconfesionalidad de la educación nada dicen de las vacaciones de Semana Santa o Navidad, a las que hay que añadir, las de Carnaval, por supuesto las de verano y en la mayoría de los casos esas semanas blancas diseñadas para que algunos niños se adentren en el mágico mundo del esquí.
Así, la próxima vez que al político o portavoz sindical de turno se les ocurra hablar de conciliación laboral y familiar, alguien podría explicarles que menos mal que existen los abuelos, porque de lo contrario habría miles de niños solos en casa esperando el regreso de sus padres.

SOBRE LA CONCILIACIÓN LABORAL

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