LOS SÍMBOLOS

Mucho se ha hablado sobre la violencia en el futbol y el protagonismo de grupos ultras en los estadios y sus inmediaciones. La violencia en el deporte es una muestra más de la violencia en la sociedad. Ni más ni menos. No existe en el futbol una violencia concreta, propia y diferente a la violencia genérica que podemos ver todos los días por la televisión. Los ultras se amparan en unos colores determinados para esconder sus propias fobias y amoralidades. Da lo mismo que se autodenominen de ultraderecha o de ultraizquierda.
En todo caso estamos hablando de un fenómeno violento en si mismo, que vive por y para el ejercicio de la aniquilación física del contrario. Cuando escucho que hay que prohibir los símbolos nazis y fascistas en los campos, así como los cánticos que incitan a la violencia o el gesto de la mano alzada no puedo estar más de acuerdo. El sistema democrático de derecho tiene que defenderse de aquellos que intentan subvertir, mediante la violencia física, la paz y tranquilidad de la inmensa mayoría de ciudadanos.
Pero a continuación añado que esta prohibición tiene que alcanzar a todos los grupos ultras, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. No veo ninguna diferencia entre “el carnicero de Ucrania” y el “sanguinario pintor”. La cruz gamada, la estrella roja, el fascio, la hoz y el martillo son símbolos de genocidas que utilizaron el terror como instrumento del Estado. Les recuerdo que la bandera roja y la estrella siguen siendo actualmente los símbolos de conocidas democracias como China y Corea del Norte. La diferencia reside en que la izquierda cheguevariana no está dispuesta a reconocer que sus símbolos no reflejan libertad sino violencia.
Justificar una en demérito de la otra me parece un acto cuanto menos irresponsable. Por ello, a aquellos que ponen el acento en la prohibición de la simbología fascista, les quiero recordar que no se les escucha con el mismo tono cuando la violencia la ejercen los “euskal presoak”. En la centralidad del pensamiento y la moderación se encuentra la equidistancia. Solo cabe combatirlos con la Ley y la educación por igual. Cualquier duda o cercanía a los extremos debe hacernos dudar de la persona que emite esa opinión.

LOS SÍMBOLOS

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