Una Campoamor de todos

La mayor parte de lo que conozco de Clara Campoamor se debe a un magnífico libro de Isaías Lafuente, titulado con acierto, “La mujer olvidada”. Olvidada hasta no hace mucho, cuando su efigie acompañó una moneda conmemorativa hace siete años, y recordada levemente, a mediados del mes pasado, al cumplirse el 130º aniversario de su nacimiento.

Creo que el martes fue a visitar su tumba Pedro Sánchez, consolidando esa necrofilia entusiasmada de la que hace gala el presidente del Gobierno en funciones, sea con Machado o con Franco, pero creo que la visita se debe a que estamos en campaña electoral y, en campaña electoral, con los personajes ilustres sucede como con los cerdos en la matanza: que se aprovecha todo. 

Espero que el secretario general del PSOE haya aprovechado la visita para disculparse por la persecución a la que la sometió Indalecio Prieto y otros patriarcas del PSOE, que a punto estuvieron de lograr que los socialistas votaran a en contra de reconocer el voto de la mujer, mientras parte de la derecha votaba por Clara Campoamor y en contra de Victoria Kent (la Clara y el Huevo, como las bautizaron los machistas de la época). 

Es una vida ejemplar, la de quien se ganó la vida como pudo, y comenzó a estudiar el bachillerato a los 22 años, y se licenció en Derecho y fue diputada a Cortes, cuando las mujeres podían ser elegidas, pero no elegir. Nunca fue sectaria y dejó escrito “La división tan sencilla como falaz hecha por el gobierno entre fascistas y demócratas, para estimular al pueblo, no se corresponde con la verdad. La heterogénea composición de los grupos (...) demuestra que hay al menos tantos elementos liberales entre los alzados como antidemócratas en el bando gubernamental”. 

Pero lean el libro de Isaías Lafuente, serio, documentado, brillante, donde podemos llegar a la conclusión de que Clara Campoamor, que nunca se afilió al PSOE, nos pertenece a todos los españoles.

Una Campoamor de todos

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