El turco cose con hilo

Como nos pasamos gran parte del tiempo escudriñando los gestos y movimientos de los aburridos y pesadísimos nacionalistas catalanes, o las tonterías contemporáneas de ese grupo de progres venidos a más, sucede que los grandes asuntos nos pasan inadvertidos. Por ejemplo, Erdogan. Tramó un auto golpe, que le permitió llevar a cabo una purga dictatorial, y como todo dictador se ha puesto las botas autoritarias y señala a un país, tan democrático como Alemania, enemigo de los turcos. Pero éste no es un contencioso entre Merkel y Erdogan, sino entre el tirano y Europa.
Es más, lo de menos es que haya depurado cualquier apariencia de democracia, sino que Erdogan es un islamista, hoy más radical que ayer, pero menos que mañana. Por si alguien albergaba alguna duda sobre las característica del sátrapa, cuando todavía corrían las lágrimas por las mejillas de los familiares de las víctimas londinenses, subió el tirano a la tribuna, convocó a los periodistas, y les dijo que mientras Europa siga así, nadie podrá caminar tranquilo por las calles. Ni una palabra de pesar por el atentado. Naturalmente, lo completó diciendo que Europa debía respetar los derechos humanos. ¿A la manera de los yihaditas asesinos? ¿Imitándole a él? Por lo que sabemos, alguien tiene que hacerle el trabajo sucio a Erdogan. Y, a continuación, amenaza con más víctimas.
La solución no es fácil, porque Turquía es el dique de contención que paga Estados Unidos. Hasta ahora. El otro dique es Israel, pero sin Turquía el dique se agrieta. El turco no da puntada sin hilo. Y no es tonto. A lo mejor, la miserable baladronada es un aviso, por si Donald Trump tiene las intención de cerrar la chequera de la subvención encubierta, que mantiene a Turquía a flote.

El turco cose con hilo

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