La sociedad feliz

Dentro de la Generalitat valenciana hay una consellería en la que, menos peces, hay de todo: se denomina Consellería de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, sin que incluya los grandes expresos europeos. Dentro de esa macro consellería hay una Dirección General de Política Lingüística, que me imagino que poseerá sus correspondientes subdirecciones generales, como podrían ser la Subdirección General de Política Lingüística de Castellano y la Subdirección General de Política Lingüística del Valenciano.
Pues bien, el director de la Cosa ha decidido ampliar el área de competencia del Valenciano hasta localidades de Murcia, como Yecla y Jumilla. Me imagino que en ambas poblaciones murcianas habrá cundido el alborozo debido al alto porcentaje de jumillanos y yeclanos que no podían apagar sus ansias de aprender el valenciano.
Las autonomías viven en un déficit permanente; el Estado debe afrontar una posible multa de 5.000 millones de euros por no cumplir con lo pactado con Bruselas, pero esta es una sociedad feliz, que no se hace mala sangre con las dificultades diarias, y que no ha suprimido ni un automóvil oficial desde que estalló la crisis hace más de un lustro. Ahora, por ejemplo, estamos en plena campaña de los viajes del Inserso, coincidiendo con algunas dificultades para que se puedan cobrar las pensiones a partir de 2020. A lo mejor esto de los viajes agotadores puede ser una solución y los jubilados se mueren en las excursiones o aceleran ese final, doloroso para ellos, pero feliz para las arcas del Estado.
En Valencia parece que va a volver la televisión valenciana, cuya cuenta de pérdidas es insoslayable, pero quizás pueda emitir clases en valenciano por si algún habitante murciano ha llegado para cumplir sus sueños. La sociedad feliz. O algo parecido si nos lo pudiéramos costear.

La sociedad feliz

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