Sin esquela oficial

La Generalitat de Cataluña no se olvida de las personas que han sido galardonadas con la Cruz de Sant Jordi y, en caso de fallecimiento, subvenciona los gastos que conlleva la publicación de una esquela oficial en los diarios de mayor tirada de la región. Sin embargo, no se publicará ninguna esquela, pagada por la Generalitat, que recuerde el fallecimiento de Rosa María Sardá, porque la eminente actriz, hace dos años, devolvió la Cruz de Sant Jordi, a la vista de la deriva de los secesionistas y de la división auspiciada por ellos entre la ciudadanía catalana.

No fue su único gesto de repudio ante el sectarismo maniqueo de los llamados nacionalistas, porque también firmó un manifiesto, advirtiendo de la pachanga embustera que encubría el referéndum del uno de octubre.

Es lastimoso que, refiriéndonos a una gran figura del teatro y del cine, hablemos de política, y que un cuarenta por ciento de catalanes enloquecidos nos hayan empujado al resto de españoles a desfigurar lo que debería ser un recuerdo centrado en los méritos artísticos de Rosa María Sardá, que eran muchos y de matices bastante variados.

Comentan los actores que los cómicos suelen salir airosos en los papeles dramáticos, pero que los actores dramáticos es difícil que superen un papel cómico, porque es más fácil arrancar un emotivo calambre de tristeza que una carcajada basada en la paradoja, en el absurdo o en el surrealismo.

Rosa María Sardá demostró siempre que su vis humorística, que incitaba a la risa, y su particular inteligencia, lograban arrancar sonrisas de cualquier situación. Pero también fue reconocida y galardonada por papeles dramáticos que interpretó con sobresaliente hondura.
No tuve oportunidad de entrevistarla o de tomar un café o de conocerla, pero llenaba el escenario o la pantalla y, cualquiera que fuese su papel, lo interpretaba, no sólo con evidente eficacia, sino con enorme brillantez. Y somos muchos, en toda España, quienes le agradecemos haber disfrutado de su talento. Y eso es bastante más importante que una esquela oficial.

Sin esquela oficial

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