El futuro, que espere

La globalización permitió que Europa recuperara las clases medias y la prosperidad económica. Ahora, la globalización permite que países de América del Sur, de Asia y de África construyan clases medias y se asomen a la prosperidad económica. Claro que esto tiene como contrapartida la rebaja del bienestar europeo. ¿Alguien se ocupa de ello? Bueno, bajan los votantes de la socialdemocracia y aumentan los de los partidos radicales, pero eso es cómo la fiebre, señala que algún órgano está enfermo, pero no lo cura.
La simple robótica de los cajeros automáticos, aliada con internet, ha destruido miles de puestos de trabajo en la banca, y destruirán bastantes miles más en el futuro. Pero la robótica que viene, la de la segunda generación, y no te digo la tercera, destruirá no miles, sino millones de puestos de trabajo que ahora están encomendados a seres humanos y que, dentro de nada, hará una máquina. Ya no se trata de que la portera del bloque de toda la vida sea sustituida por el portero automático, sino de millones de funciones que requerirán mucha menor presencia humana, incluso en los quirófanos. ¿Se habla en los partidos políticos de estas cuestiones?
Ya sabemos, por experiencia, que todo problema que no tenga que ser abordado en el próximo periodo electoral no les interesa a los profesionales de la cosa. Pero lo que ya produce un sobresalto, no es la despreocupación por lo que está a punto de ocurrir dentro de nada, sino el retroceso hacia cuestiones que los países europeos ya han resuelto hace años. La decisión del PSOE de volver al Valle de los Caídos, me ha dejado tan perplejo como si Macron dedicara sus esfuerzos a investigar sobre colaboracionistas de Petain en la II Guerra Mundial. Está claro. El futuro, que espere, por favor. Estamos muy ocupados.

El futuro, que espere

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