Casi un millón de páginas

La alerta la han dado los empresarios de Castilla-La Mancha al advertir que, durante el año pasado, el diario oficial de Castilla-La Mancha dedicó 51.573 páginas para dar cuenta de las nuevas normas aprobadas por el parlamento autonómico y el gobierno regional. Las novelas que les envío a mis editores suelen tener alrededor de 300 páginas, o sea que los barandas autonómicos se han escrito casi 172 novelas, con la diferencia de que lo que escribimos los novelistas no infiere en la vida de nadie, mientras que las normativas afectan al horario de las mercerías, a la circulación de bicicletas y hasta donde se tiende la ropa.
La burrocracia –con dos erres de “burro”, por favor– no concluye aquí, ni muchos menos, porque a ello hay que agregar las normativas estatales del Boletín Oficial del Estado.. ¡y las municipales! Todo ello, según los atentos y sufridos empresarios de Castilla-La Mancha suman un total de 900.000 páginas, el equivalente a ¡tres mil novelas! ¿Hay alguien capaz de leerse 3.000 novelas al año?
Es cierto que uno de cada tres españoles, al salir de la escuela, no lee jamás un libro. Pero la crisis de lectura no depende de ellos, sino de nuestros políticos que no les dejan tiempo a los demás de leer otra cosa que no sean órdenes ministeriales, autonómicas y municipales.
Ese entusiasmo por hacernos felices, es nuestra mayor desgracia. Un día quieren que seamos felices yendo en bicicleta; otro, comiendo ensaladas; el de más allá nos obligan a cambiar de automóvil, y, cuando hemos cambiado de automóvil, amplían las aceras y suprimen viales para que vayamos en transporte público.
Cualquier mal pensado habría llegado a la conclusión de que no quieren hacernos felices, sino jodernos. Y, lo más amargo de todo, es que les pagamos el sueldo para que nos dejen vivir, y se dedican a ordenar cómo tenemos que vivir. Eso no es lo peor. Es que, encima, nos tenemos que leer 900.000 páginas para ser desgraciados, eso sí, dentro de la ley. 

Casi un millón de páginas

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