ASESINOS Y CHINCHORRERAS

Hace pocos días se manifestaba públicamente la presidenta de la asociación Clara Campoamor, representante de la acción popular en al caso “Asunta”, en el sentido de que no tenían intención de recurrir la sentencia dictada por el jurado popular “para no tener que pagar las costas a abogados de asesinos”. 
El despropósito verbal no tardó en producir las lógicas y necesarias reacciones de desaprobación. La frasecita, en realidad, encierra dos partes; por un lado, la convicción de la presidenta de que el recurso tenía pocas posibilidades de prosperar, lo cual aconseja, como es natural, no interponerlo. 
Y, por otro, el altísimo grado de desconocimiento de lo que significan la Justicia, el Estado de Derecho y el derecho de defensa, que, como fundamental, tiene todo ciudadano en cualquier sociedad democrática, en la que es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Decía Dupín, celebre jurista francés, al que aquella señora ni habrá oído mentar, que cuanto más culpable es una persona más necesita un buen abogado, sea un asesino o una chinchorrera. 

ASESINOS Y CHINCHORRERAS

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