Salvar el centro

ivo en el centro de Madrid y, por tanto, sufro el vivir en el centro de Madrid. Supongo que lo mismo les sucede a muchas personas que viven en el centro de otras ciudades, por ejemplo Barcelona. Por lo menos es lo que me cuentan los amigos que son de allí. Pero vuelvo a Madrid que nos concierne a todos, puesto que es la capital de España. Es decir, es la ciudad que nos representa a todos. Cada vez me cuesta mas reconocer mi ciudad. El deterioro, la degradación que ha sufrido es tan evidente que dan ganas de llorar. Porque no se trata de percepciones sino de la realidad.
Apenas quedan comercios tradicionales, y los nuevos son todos “low cost”, amén de que las aceras han sido tomadas por mercadillos callejeros y manteros. Siento una enorme tristeza cuando algún comercio de los de toda la vida echa el cierre y su propietario te cuenta que no puede competir con los mercadillos o las tiendas de “chinos”. Pero además muchos propietarios de pisos están convirtiendo las viviendas en pisos turísticos. Lo normal es que el centro de Madrid esté “tomado” por turistas maleta en ristre. Y luego está la suciedad y el deterioro del asfalto, de las aceras, del mobiliario urbano.
Añádanle a este cóctel la decisión de los regidores municipales, los de derechas y los de izquierda, de convertir el “centro” en un gran escenario. Los músicos callejeros, la celebración del Día de cualquier cosa, las manifestaciones, los actos lúdicos, etc, etc, etc. ¿Y los vecinos? ¿Qué pasa con las personas que vivimos en el centro? Pues que tenemos que aguantarnos y vivir rodeados de ruido ¡eso sí que contamina!, caminamos salvando obstáculos y procurando no meter el pie en alguno de los adoquines desgastados.
Los alcaldes, bastante desaprensivos, dicho sea de paso, procuran que en el centro se celebren todo tipo de eventos olvidando que la ciudad no es un escenario, sino que en los edificios vivimos personas, o sea, niños, adolescentes, jóvenes, gente de edad madura, ancianos, y que con tanto jolgorio es imposible estudiar, trabajar, conciliar el sueño, o disfrutar de unas horas de silencio y calma. Envidio otros “centros”, el de Viena, por ejemplo, o el de París, Londres, Berlín... A veces me pregunto qué hemos hecho los madrileños para merecernos tantos incompetentes en la Alcaldía. Y lo peor es que parece que no hay remedioSalvar el centro

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