La que se avecina

Lo anuncian desde la Unión Europea, desde el Fondo Monetario Internacional, desde los centros financieros, los expertos en economía... en fin que no será por falta de anuncios el que nos enteremos de que está en ciernes una nueva crisis económica. Lo único que no parecen saber aún los expertos es el alcance de la nueva crisis.

Así que en estos días primaverales con las elecciones generales a la vuelta de la esquina se echa de menos que los partidos políticos, empezando por el PSOE que por ahora gobierna, hablen alto y claro sobre esta crisis anunciada y cómo van a afrontarla.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, no dice ni palabra, es una de las grandes mudas del Gobierno, y la de Hacienda, la señora Montoro, hablar si habla, pero de la crisis tampoco ha dejado dicho nada.

En cuanto al presidente Pedro Sánchez, está más que contento con el papel de cigarra cantando las bondades de cuanto hace y denostando a sus adversarios.

Pero lo que este Gobierno no ha hecho, o por lo menos no lo ha dicho, es poner las bases para afrontar el tsunami económico que al parecer se nos viene encima.

Me temo que Sánchez, al igual que hizo en su día Rodríguez Zapatero, prefiere obviar las cuestiones desagradables, no vaya a ser que le quiten votos. Lo cual es una irresponsabilidad porque los ciudadanos tenemos derecho a saber la que se nos viene encima y sobre todo qué medidas piensan poner en marcha para que la nueva crisis no vuelva a dejar en la cuneta a tantos miles de ciudadanos como dejó la crisis de 2008.

Claro que no es solo Pedro Sánchez quien no habla de la futura crisis, es que tampoco Albert Rivera y Pablo Casado dicen algo al respecto y no digamos Podemos.

Puede que no quieran hacer el papel de agoreros porque eso siempre quita votos. Solo hay que recordar aquel debate en la tele entre el entonces ministro de economía Pedro Solbes y Manuel Pizarro candidato del PP en las elecciones de 2008 en el que el primero aseguraba que la economía española iba viento en popa y ante la insistencia de Pizarro de que todos los organismos internacionales alertaban sobre una crisis, Solbes lo negaba aún sabiendo que Pizarro decía la verdad.

Aquel debate lo ganó Solbes, porque mientras Pizarro dibujaba un futuro económico sombrío Solbes garantizaba que nuestra economía iba a seguir yendo viento en popa. No decía la verdad, claro está, pero siempre es más agradable seguir a quién hace augurios positivos que al que los hace negativos.

Ahora mismo en esta precampaña ninguno de los candidatos a presidir el Gobierno dice ni una palabra al respecto, piensan que ya se las arreglaran cuando tengamos encima el tsunami. Lo único que les importa es ganar.

La que se avecina

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