El “Tramp, Tramp”

Cuando un idiota sin más referencias éticas e intelectuales que sus filias y fobias se sube a un estrado para encandilar a sus votantes, debería tener que ajustar sus discursos a la filosofía que ordena la declaración de los derechos del hombre. No creo que sea exigirle mucho, o coartarle su derecho a la libertad de expresión, porque no hay derecho más sagrado que el sagrado respeto a lo humano y a los derechos que le son inherentes. No se debe consentir que un botarate arengue a sus bases con promesas que agreden física e intelectualmente la humana condición del hombre y ponen en peligro la convivencia.
Sé que creeréis que hablo solo de Trump, pero hablo de todos esos líderes que se acogen a la mentira, avivan odios y espolean egoísmos a fin de ganar la simpatía de la masa. Además, América es la única que puede permitirse un “idiota” como presidente, no en vano, cuenta con un estado capaz de generar por si solo estabilidad e inestabilidad a conveniencia de instituciones y corporaciones empresariales. Tanto que tengo por seguro que al final Donald será lo que sea su Estado.
El verdadero peligro está en países como el nuestro, donde esa forma y ese fondo es y ha sido la constante que ha marcado a fuego de insolidaridad y plomo de tragedia nuestra reciente historia democrática. Lugares donde el estado se halla al albur de “estaditos” gobernados por “estadotes” presidencialistas para los que el Estado es un mero lacayo de sus apetencias.

El “Tramp, Tramp”

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