Reinsertar a las víctimas

En estos días de ética de juzgado y conciencia carcelaria en los que hemos de enchironar a mitos y padres de la patria, cabe preguntarse qué sentido tiene, lejos de honrar a C. Arenal, esto de  la reinserción. De aquel “odia el delito y compadece al delincuente”, que denunciaba una sociedad desigual, qué queda, solo un falso humanismo. Deberíamos, comenzar a pronunciar alto y fuerte odia al delito, castiga al delincuente y atiende a la víctima.
Criticar la reinserción es políticamente incorrecto, sin embargo, entiendo que tal incorreción es más humana y pertinente que la inhumana desatención de las víctimas. 
Hoy van a prisión delincuentes de guante blanco, educados en los mejores colegios y para ocupar los mejores puestos en la sociedad, y cuando delinquen los socorremos con el cuento de la reinserción y sus ventajas penitenciarias. Mientras, sus víctimas han de bregar con el dolor del crimen y la burla de tales beneficios.
Somos una sociedad dada a estas atrocidades, aún recuerdo cuando ETA asesinaba se oía decir, “son ingenieros”, como si la titulación les facultará para cometer tamaño crimen. 
En fin, que hemos echado los dientes entre amnistías y perdones a los que no teníamos derecho. Porque no se puede decidir que un criminal lave sus crímenes y condenas milenarias en una escasa decena de años. Quizá deberíamos preguntarnos qué clase de seres somos que nos repugnan las víctimas y fascinan los delincuentes. 
 

Reinsertar a las víctimas

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