Pareado de comunes

La alcaldesa de Barcelona, la activista social y política Ada Colau, ha encargado a una artista de la calle de los comunes un Belén con el que conformar a los no comunes. Buscando un común denominador intenta conciliar el máximo común divisor de unos con en el minimo común múltiplo de los otros, peripecia de matemática social digna de encomio. La cuestión es que ha dilapidado en la ocurrencia la redonda cifra de cien mil euros, de los de todos, es decir, que no son de los de Barcelona en comú sino de los de siempre en común, cuando menos en la parte barcelonesa que en fiesta y diario aún piensa en solidario. La otra, siguiendo la lógica de su ideario, lo trata como suyo y lo apunta al abultado erario del quejoso agravio. 
Un Belén laico, digo, que bien pudo ser un tiberio republicano o un rosario de izquierdas, el de la aurora, que más da, el efecto es el mismo, porque en eso se ha convertido esa moderna obra de trastero que no de establo.
Cien mil euros no son nada que febril la mirada, dice Gardel, en su tango. Tangar sí, pero sin devolver, porque aquí todo vuelve, pero nadie devuelve, sea así mientras dure la fiesta y la siesta, aunque sea de trasto y trastero al borde del agujero.
La critican al fin comunes y no comunes al margen de sus exponentes. Para unos una burla, un escarnio, para otros una ofensa a su ser laico, republicano, de izquierdas y solidario. Lo dicho, un rosario sin aurora en el ocaso del despilfarro. 

Pareado de comunes

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