Oposición y suposición

Tenemos uno de los mejores sistemas de asistencia sanitaria del mundo, nos decimos, y es cierto, tanto como universal, pero, seamos razonables, es un sistema, en la práctica cotidiana, colapsado, en el que imperan largas listas de espera y la consiguiente merma asistencial, en algunos casos al extremo de poner en peligro no solo la salud sino la propia vida del paciente. 

Siendo así, y eso es una evidencia, por qué hemos de pensar que en una situación de emergencia iba a poder asumirla y gestionarla con la debida eficacia y en las condiciones mínimas de seguridad para los enfermos y los sanitarios.

La sanidad pública, la que debe imperar y debe atender el Estado, presenta innumerables carencias y aquellos centros que han sido, por una u otra razón, privatizados, tampoco funcionan con la eficacia que debieran. 

Son momentos estos de arrimar el hombro, pero no para consolidar una realidad en la que la gestión política de los servicios consume más recursos que los propios servicios. No es el momento de hombros sino de cerebros capaces de poner orden en una realidad sanitaria y económica desastrosa y han de hacerlo desde la gestión, y gestionar significa tomar las decisiones correctas sean o no sean populares y tengan o no un coste electoral.

Hoy este gobierno de gobiernos se ha echado a la oposición y la oposición trata de gobernarlo desde la oposición, y en esa posición gobiernan todos sin oposición. 

Oposición y suposición

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