Cultura versus Hacienda

La semana pasada advertía del inevitable choque entre ministerios y así ha sido, el de Hacienda ha descabezado al de Cultura en la persona de M`axim Huerta. 
Debió el ajusticiado, hombre culto y amante de la creación, obviar el enojoso caso de ingeniería contable en cuestión de tributos y hablarnos de la cara oculta del satélite de la cultura, constituido por una masa exterior sólida y fría en la que a duras penas florecen sus cenizas, inanimado ser que remueven tan indolentes como ambiciosas las manos de todos los intereses, y otra interior volcánica donde se forjan anónimos los auténticos sueños de la creación.
 Aprovechar para explicarnos que son los muchos ministerios los que están terminando con ella en este país en el que todo pasa por el crisol de la política, peor, por el del partidismo. Que su ministerio es en sí una injerencia intolerable, un peligro, su experiencia así lo dicta. Si se puso creativo con hacienda y no le fue bien qué le hace pensar que le irá mejor con el suyo. 
Sabe, como ignorarlo, que la cultura por lo sensible de su naturaleza es ingobernable, que no responde a criterios políticos sino espirituales y filosóficos y que así ha de seguir siendo, otra cosa son subvenciones y fidelidades. 
Debió exigir independencia para la cultura, único gesto noble del hombre y única nobleza del gobernante. Y es que lo demás solo es, como en el teatro de la política, bufa representación.

Cultura versus Hacienda

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