Reprobación, reproche, censura

Cuando ustedes lean estas líneas un servidor estará de viaje, pero queda este comentario, colgado del balcón, pues la fecha –13 y martes– y el acontecimiento –la moción de censura– se merecen algunas reflexiones. Llegamos hasta aquí, desde las últimas elecciones con más deuda pública, la corrupción desbordada, los empleos precarios (ni siquiera le gustan a don Alberto Núñez Feijóo) y con un ejecutivo encargado, en estos meses, de torcer aquellas instituciones que podían molestarle en sus planes.
Sus víctimas fueron jueces, fiscales, funcionarios, periodistas, que investigaban al partido con más presuntos culpables de trapicheos y latrocinios de toda Europa. Un dato: la Comisión Nacional del Mercado de Valores cifra en 90.000 millones la cantidad que suma, hasta hace unos días el coste de la corrupción. Y es que, como explica Pérez Oliva, no se trata de conductas de un pasado, sino de tropelías muy cercanas en el tiempo lo que indica que han seguido con sus prácticas criminales.
Pero hay más: el reproche del Constitucional anulando la amnistía de Montoro, la reprobación de un ministro y dos fiscales, la nueva crisis bancaria con los reguladores puestos de perfil, con accionistas arruinados y trabajadores al borde del paro, profundizan aún más en la herida abierta por la que supura el país.
Añadan el pasotismo del Ejecutivo ante la crisis de Cataluña y tienen la tormenta perfecta, que ante el riesgo de acabar todos hundidos si no se pone alguien con capacidad al timón, desemboca en la moción de censura.
Ya sabemos que el PSOE se abstiene, que los de Rivera –son un caso de psiquiatra– publicitan normas que luego olvidan y las señorías, engrasadas con ocasión de los presupuestos, se pondrán de perfil. En la calle más de la mitad de los ciudadanos aprueban la moción y entre los militantes socialistas son mayoría los que repiten “no es no a Rajoy y su gobierno”, pero tenemos en contra a los que ya se opusieron al no de Sánchez, descabalgándole con ayuda del IBEX y sus terminales mediáticas.
Añadan la contradicción entre el secretario general –somos la izquierda– y la explicación de su portavoz asegurando que “desde la izquierda quieren ganar el centro izquierda”. Tal vez en la balanza pesan más las veintidós veces que coincidieron con el PP en las votaciones que la media docena en la que se pusieron al lado de la izquierda…
No creo que a mi regreso, quince días no es nada, encuentre la solución, pero sigo pensando que la censura es el camino.

Reprobación, reproche, censura

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