Quedan ocho días con sus noches

y van pasando. Quedan ocho. ¿Qué más puede pasar: hemos llamado a la OTAN, denunciado a varias docenas de impresentables que no aguantan el confinamiento, aguantado las coces de la derecha y sus palmeros, así como el latrocinio de muchos que subieron el precio de los  medicamentos bajo ese lema tan querido de “es el mercado”. Y de verdad es para poner en un marco alguna de las declaraciones que se escucharon en el hemiciclo pero necesitamos muchos marcos. Tengo recogidas algunas: al señor Casado, que ya habla en nombre de todas las derechas, quiere copiar el modelo sanitario de Corea y Japón. Pero sobre todo pide al gobierno que baje los costes laborales cuando pase el virus coronado pues los ricos también lloran.  Uno de los socios del señor Casado, que exige que los emigrantes paguen las medicinas o se mueran, también quiere dinero para los empresarios sean pequeños, medianos o del Ibex-35. Menos mal solo gobierno en unos cuantos sitios. Por cierto: donde el mayor conflicto sanitario sufrido fue el recorte de servicios públicos para entregarlos a la sanidad privada que ahora, cuentan en las redes, está despachando gente. El gobierno ha puesto cortafuegos: el virus no puede ser un pretexto para aligerar las plantillas A estas alturas parece obvio que llegaron tarde al principio –no fueron los últimos, pues detrás quedan países con pedigrí– y también está claro que pueden equivocarse. E igual de claro es que los que dejaron hecha trices la sanidad pública no se equivocaba. Iban a lo suyo. Al mercado donde, repiten con insistencia siempre es mejor el dinero en el bolsillo de cada uno que en la cuenta colectiva de todos los ciudadanos. . Repasen los años con la economía gripada.
Aquí, hasta el balcón, llegan los aplausos a toda esa serie de héroes anónimos. Esas muestras de solidaridad del pueblo, de la ciudadanía de a pie. Ahí, en Riazor, está una buena muestra. Y otra, para pensar y reflexionar, la “firman” los médicos rusos, cubanos y albanos que asisten a los ciudadanos de esa Europa petulante; tan preocupados sus dirigentes de las empresas y, según cuentan, poco a la salud. Y ahí tenemos a la Europa rica mirando de soslayo a sus vecinos más castigados por la pandemia. Y es que hay otra clase de plagas que recorre esa Europa escorada a la derecha. Ya queda menos y vamos a superarlo y, sobre todo, aprenderemos de esta experiencia.

Quedan ocho días con sus noches

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