Por dignidad, ¡váyanse!

el último ¿? desfile de los populares ante una comisión de investigación lo protagonizó Esperanza Aguirre, otra de los “ex” en la presidencia de la Comunidad de Madrid con problemas ante la Justicia por delitos (presuntos, claro) de financiación irregular en su partido.
Nos dejó dos perlas: el esquema estaba cuando accedió a la presidencia. Se trataba de una estructura heredada. Y, claro, como sus compañeros ni vio, oyó, ni se percató de nada.
Ahora es una “ex” que vive malamente con su pensión. ¡Manda carafio!, han perdido la vergüenza, dejaron en el perchero de su despacho la dignidad.
Hablar, otra vez, del caso Cifuentes revuelve el estómago más endurecido y es el reflejo, otro, de la idea del Partido Popular sobre España.
La consideran su patrimonio, su finca, y de ahí que su larga mano llega –no solo a la caja B o a la hucha de las pensiones, de las que se van a llevar otros ocho mil millones– hasta la universidad, el Tribunal de Cuentas, los órganos jurisdiccionales, el banco nacional y los medios públicos de comunicación o los “arrendados” por medio de la publicidad que los “ponga bonitos”.
Ellos, los grandes patriotas de la banderita a la muñeca y el fervorín de pacotilla alrededor de las procesiones, han puesto por los suelos el prestigio de todo el país y por medio mundo: consiguieron, por ejemplo, que en la encuesta hecha por “De Welt” el 51 por ciento de los alemanes apoye que su Gobierno no conceda la extradición de Carles Puigdemont y que desde la Comisión Pro Derechos Humanos “nos tiren de las orejas.
Y aún hay quien piensa que “si no hicieran otro mal”, para añadir un “malo será” o apostillar eso de “todos son iguales”. Nada es cierto y han hecho mucho mal con el recorte en los servicios sociales; la privatización de la sanidad y, con ayuda del alto tribunal, continuar poniendo más dinero a la enseñanza religiosa, que discrimina por género a sus alumnos, que a los colegios públicos.
¿Quieren más? La brecha salarial de España con la zona euro creció un 20 por ciento desde que Mariano llegó al poder. El coste salarial de un trabajador español es un 30 por ciento inferior a la media de nuestros vecinos europeos.
En Dinamarca el coste por hora es de 36,6 euros, el doble de España (15,9), sabiendo que en la realidad en muchos sectores se mueve entre los tres y seis euros por hora trabajada. Así que por dignidad y por vergüenza, ¡váyanse!

Por dignidad, ¡váyanse!

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