Ojo a los huracanes

dos afirmaciones para dejar clara mi opinión: ningún país democrático podría aceptar el “procés” y, por consiguiente, la actitud del gobierno de Puigdemont. Y, segunda afirmación, ningún gobierno democrático puede aguantar la continuidad de un partido acorralado por la justicia que, una vez más, lo acusa de presentarse dopado a las elecciones. No parece muy lúcida la afirmación de su presidente mezclando legalidad con votos.
Sigamos: son muchas las voces que nos advierten de la distancia entre la verdad y la pos-verdad, la verdad publicada, lo que Javier Cercas llama “la batalla del relato”.
A tal fin el escritor nos recuerda que “cómo es posible que cuarenta años después del fin del franquismo la mitad de nuestro país siga aceptando el relato franquista y que el Partido Popular no lo ha condenado aún de forma clara, taxativa y con contundencia”, y esto pasa de nuevo con el llamado “caso catalán”.
Y es que los argumentos de unos y otros tienen, algo esperado por cierto, se limitan a repetir sus razones sin hacer el relato con perspectiva histórica, recorriendo el camino emprendido desde el 78 y sumando sus éxitos y restando sus errores.
Ya hemos recordado aquí el “café para todos” como el fierabrás que servía para calmar a todos o, el reparto de las provincias (el caso de León, que tiene el parlamento más antiguo de Europa, troceada para crear la supra-región llamada “castellano-leonesa), o el ascenso de Andalucía al grupo de las históricas, tras un referéndum bastante trucado.
No estaría de más que los lectores recordaran “o aldraxe” a los gallegos, resuelto en la prórroga gracias a la intervención de Meilán Gil, como cuenta el interesado en sui libro “Génesis de la autonomía de Galicia”, minusvalorada muchas veces por los propios gobernantes gallegos, de lo que hay pruebas tangibles, y que nos aleja en algunos apartados de lo que otros ya tienen claro.
No estará de más recordar que, con la puesta en marcha de la Comunidad Europea, muchos pueblos perdieron parte de su soberanía al tiempo que los mercados aumentan su poder superando en casos a los gobiernos, lo que deja un camino libre a reivindicaciones identitarias.
Frente a la insurrección tiene que actuar la ley, pero no solo la ley y de ahí las críticas a la pasividad, impericia y delegación de responsabilidades del gobierno, acosado por las sombras de su pasado. Alejemos los nubarrones, al menos hasta el lunes, y ojo a Ophelia que apunta a Galicia.

Ojo a los huracanes

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