Ni una cosa ni otra

El PP, acorralado por la corrupción que un día sí y otro también le convierte en protagonista aquí, allá y acullá, además de su cantinela de “todos los corruptos ya no están en el partido”, cuando –y es lo importante– estaban dentro y por eso se forraron, tiene ahora otra muletilla que puede resumirse en un “España va bien”, que nadie cree salvo que venga de Marte.
Y es que tampoco es cierto que la derecha salve sus pecados por lo bien que lleva la administración de la economía. Y es que el PP arruinó el Estado de bienestar que entonces, y con mucho trabajo, había puesto en marcha la izquierda.
Ya es molesto repetir una y otra vez que los pensionistas y los trabajadores han perdido poder adquisitivo (entre un siete y un diez por ciento) y –las pruebas son recientes– la sanidad pública hace agua.
La ley de ayuda a los dependientes sufrió un duro recorte y, según Eurostat, el gasto social en España está por debajo de la media europea (24,7 por ciento del PIB frente al 29 por ciento) y otros países que sufrieron la crisis (Grecia y Portugal) aumentaron las cantidades dedicadas a gastos sociales como ayudas a los desempleados, las familias, la exclusión social, etc.
La corrupción, en el capítulo valenciano, salpica a uno de los barones que más cerca están de Mariano Rajoy y viene a ser otra “fotografía” del paisaje que persigue al partido, acusado de delitos como administración desleal, apropiación indebida, malversación de caudales público (ese es el informe del caso del Canal de Isabel II, por la compra fraudulenta de la empresa Emissao en Brasil.
Y ¿qué me dicen de las operaciones ruinosas con los contratos de autopistas –dicen que deberá pagar el Gobierno alrededor de cinco mil millones– y otras “operaciones” como la famosa búsqueda de petróleo, a cargo de una, otra, empresa de Florentino Pérez, que acabó pagando el Ejecutivo de Rajoy… con nuestro dinero.
Dicen en los mentideros de la Corte que en el propio Gobierno, y por extensión en el partido, hay fuerte marejada y que baja en su cotización la vicepresidenta, tiene cada día más enemigos el ministro Zoilo y se espera una oportunidad para dejar caer al jefe de la Dirección General de Tráfico que ya montó “un pollo” con aquel affaire del piso…
Y las encuestas parecen ratificar que pierden votantes a marchas forzadas. Y es que si no hace bien ni una cosa ni la otra ¿qué esperaban?

Ni una cosa ni otra

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