Ni pueden ni quieren

La suma de votos de Ciudadanos y el PP no alcanza, no pueden formar gobierno.. Y, lo que es peor, uno no quiere. Después de la firma de ese documento Mariano dijo muy claro que unas cosas no pueden ser, hacen falta más diputados para los cambios de calado, y que él, por su parte, no quiere “suprimir las cosas que funcionaron bien”. 
Tan claro como el resultado final de la primera sesión de investidura: 180 que no quieren a Rajoy ni envuelto en papel de regalo y 170 que tapándose la nariz y algunos diciendo ¡manda carafio! que les votan, pero no les gustan ni Mariano ni el PP y, además, no se fían. 
Esto parece difícil de explicar si nos dirigimos a la los muchachos de Rivera, que, luego de negarle cien mil veces y ponerlo a los pies de los caballos, le regala un puñado de votos que no sirven. Es lo que tienen los liberales,  que igual se van hacia uno u otro lado, pues son del centro ¿? 
En cuanto al “beneficiario” del regalo de Rivera, el aspirante Rajoy, su postura fue patética. Traga todos los sapos con tal de calentar el sillón (el poder) que viene ostentando (¿detentando?) desde hace casi medio siglo: concejal, diputado, presidente de la Diputación, miembro del Congreso, ministro, portavoz, ¡ hasta llegar, gracias al dedo de Aznar, a presidir el Consejo de Ministros. Y por añadir otros años a los treinta y tantos en el machito, cede, pacta, traga sapos, se retuerce, deja caer a los que le molestan o cobija (¡Mantente fuerte, Luis!) a quienes le sirven de forma sumisa… 
Pero me gustaría detenerme en la presencia de Galicia en el hemiciclo. Una referencia –tres minutos a cargo de la portavoz de la Marea–, y llamadas de atención, de vascos y catalanes (tal vez soñando, todavía, en aquel empeño que reunía a las tres comunidades históricas bajo el nombre de Galeusca). 
Los vascos explicaron sus quejas y, ay, lamentaron las carencias –en obras, que son amores y en derechos, que son el amor de muchos a su tierra– y los catalanes sus agravios; los valencianos repasaron también la lista de promesas incumplidas y ¡sus socios asturianos! le pusieron a caldo con un rosario de lamentos. Y aquí, en el vello fogar de Breogán, ¿qué? Pregunten a Pilar Rojo diputada por Pontevedra o a Barreiro de Lugo, que estaban allí.

Ni pueden ni quieren

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