Las dos Españas

Siempre nos viene el recuerdo de la guerra incivil promovida por un golpe de Estado que dio pie a una larga dictadura; pero ahora también hay que referirse a  las dos Españas: la que forman la legión de desfavorecidos y la España rica. Y tenemos la que se moja con más frecuencia y la que se achicharra. 

Y ahora el Partido Popular, con su eslogan que anuncia la suma posible, quiere dividir a los españoles que se suman a la derecha (aunque Ciudadanos ya les dio puerta) para colocar, al resto de ciudadanos que no les votan como “la otra España”. Es una suma pero para restar, para separar. 

Es, ya lo escribí hace días, el renacer de la Confederación de Derechas de tan triste recuerdo. Es retroceder hasta la llamada democracia orgánica donde tan bien se movía esa derecha, inventora de la Alianza Popular y que heredó sin complejos el PP de Pablo Casado, sumando a Vox en un intento de repetir el “Santiago y cierra España” de Santiago Abascal.

Anuncian la suma de un fanatismo ultraconservador al asalto de las instituciones públicas, de los organismos económicos, de los centros de opinión desde la educación hasta la difusión de su muestrario. Eso y cerrar el círculo con un Casado ganador, un Abascal que se apunta todas las victorias y con Ciudadanos haciendo de acólito por no usar otra palabra más fuerte.

Vuelven, ahí está la Comunidad de Madrid como ejemplo, a sus viejos proyectos: rebajar impuestos a los que más y recortar los servicios públicos para, de rebote, beneficiar a esos grupos que suelen devolver los favores a base de diezmos y primicias…

Y así, en lo que ellos llaman “la otra España”, la izquierda en vez de llegar a acuerdos que posibiliten un mejor servicio a los más débiles, un esfuerzo para minorar las desigualdades, frente al poder de los mercaderes, de los poderosos que es el único valor que se le presupone a la izquierda, desde el principio de los tiempos. 

El autor de “la España estancada”, Carlos Sebastián, explica que redistribuir la renta y la riqueza es uno de los principales objetivos de las políticas integradoras y que se empieza en el terreno de la educación y la sanidad, pero también en la regulación de los mercados.

¡Ah, los mercados!, ese mantra que agita la derecha, los verdaderos mercaderes del dolor, la angustia y la pobreza, para poner en marcha sus planes.

Hay dos Españas. Hay que elegir.

Las dos Españas

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